martes, julio 28, 2009

AYUDEMOS A OBAMA


Mi amiga Sandra Guinea me escribe un correo desde Centroamérica para reclamarme mi ausencia del tema Honduras. Atribuye mi desánimo a que no es un asunto de Venezuela.

Le digo ahora que la acompaña la razón en una cosa pero la desacompaña en otras. Cierto que no he escrito sobre Honduras, tal vez porque excepcionalmente he andado hablando más del caso Honduras que escribiendo. Pero se equivoca cuando juzga que lo que ocurre no ocurre en Venezuela. Cualquier sesudo sabe que el epicentro de la crisis es Venezuela, y el desenlace está en veremos a la espera de Obama, que no de Estados Unidos.

En algunos programas de radio y en conversaciones informales he venido diciendo, como es obvio, que la embestida es contra la idea de los procesos constituyentes (nada es más poderoso que una idea cuya época ha llegado).

Si el proceso constituyente se agilizaba en Honduras, el ALBA iba a mover el tablero con una jugada de oficio: Nicaragua y El Salvador escoltarían inmediatamente la seña. Y por efecto Belice, y de carambola por la dinámica (y dialéctica) sociopolítica ¿ascendería hasta ¡México!?

Al menos en México el tema iba a ser parte del debate, y en función de la idea constituyente giraría la opción que podría tener López Obrador de refundar a los aztecas. Se suponía que el estallido de Centroamérica causaría alguna ebullición a la mexicana.

Como se ve, se trata de una escalada, de un ascenso hasta imaginario (de Suramérica sube a Centroamérica con pretensiones de hacer cúspides en los yuneisteis).

Antes de que la sangre se asomara en el horizonte, el poder económico estadounidense ha encontrado ocasión de poner en trance a Obama para que diga si es marisco o molusco.

A su modo, Obama había emprendido una lenta pero interesante transformación de la mentalidad gringa. La hegemonía no pretende dejar desarrollar mucho esta cabuya y desde la base militar de Honduras lo reta permanentemente a decir con quién está (el silencio otorga, claro).
De modo que el adefesio militar y político de Tegucigalpa no reta a nadie, no es contra la OEA y LA ONU y Mercosur y Río y ALBA que hacen sus carantoñas.

La jugada consiste en detener a Obama, y la respuesta que se espera es la de Obama, quien no tiene otra opción que el silencio, y será mejor ir comprendiendo esto y acordar la incursión de Zelaya en Tegucigalpa para que el balón quede en manos del poder yankee.

Si Obama decantara por una posición dura a favor de restituir la constitución hondureña, inmediatamente sus adversarios polarizarían al pueblo estadounidense con el estúpido dilema de chavista y antichavista. Es lo que Obama no quiere hacer, pues lo quiere meter como el perro. Hay muchos pobres en Estados Unidos a quienes no tiene por qué disgustarles que el grueso del presupuesto se gaste en ellos. Demasiado ambiente servido para la propuesta de voltear al país. Estados Unidos, a fin de cuentas, es una bomba de tiempo, y los imperialistas no quieren a este tiempo de constituyentes. Si los Estados Unidos es un pueblo de pensamiento de avanzada, ¿por qué va a esquivarle el cuerpo a hablar una nueva constitución?

Obama no tendrá propuesto llegar y lanzar un decreto llamando a la Asamblea Nacional Constituyente, pero sus pequeños (a veces imperceptibles cambios) irían moldeando la rígida estructura del alienado pueblo estadounidense. Es la única vía, porque si Obama intenta su terapia política por electroshock, como sí ha ocurrido en Suramérica, es completamente inviable y sería sacado del poder a través del congreso. Sólo le queda el camino de la vaselina y antes de que la penetración se hiciera irreversible, los dueños de ese país han logrado una jugada inteligente a sus fines: detener la gestación revolucionaria en USA.

Y el poder gringo, se encarna en el rostro y el cuerpo de la Hillary Clinton. A ver, cuando se produjo la entrevista con Globovisión (donde el versátil Leopoldo Castillo se dedicó a leer letra a letra las preguntas del libreto), la intención clara era evitar que el repique del golpe en Honduras viniera por vía de Globovisión. Es que una de las preguntas y su respectiva respuesta delataron este propósito. Es decir, bueno, dimos un golpe y seguramente el ALBA moverá uno de sus alfiles contra un caballo nuestro, será mejor advertir que eso nos disgustaría, precisamente ahora que el canto de mate a los golpistas queda de nosotros. Esperen a ver si nos decidimos.

Así que los minutos conspiran contra el ALBA y no veo más camino para Zelaya que llegarse mañana mismo a Tegucigalpa y martirizarse en serio. La patria grande se lo agradecerá y le hará un pequeño espacio en la Historia. Y queda de nosotros ver cómo ayudamos a Obama, uno de los sufridos de este cuento.

domingo, julio 19, 2009

Luisa Ortega Díaz versus el pueblo

Introito:
Recientemente la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, publicó en Últimas Noticias una opinión defensora de su propuesta de instaurar una ley de delitos mediáticos. Como en este texto ella expone la nuez conceptual de su planteamiento, me he tomado la atribución de ofrecer mi opinión sobre el tema sobre el de la fiscal general. Abajo, sus ideas en color negro, y los comentarios míos remarcados en rojo.

Por cierto que no he visto que los periodistas dolientes de la Revolución Bolivariana estén discutiendo este asunto. Me temo que hay un conformismo y cierto placer de que haya tenido que venir una abogada a pretender llenar nuestras lagunas mediante un decreto.

pd: a través de su equipo de prensa ya hice llegar o intentar hacer llegar esta reflexión a la fiscal general.

Delitos mediáticos

Por: Luisa Ortega Díaz

El artículo 60 de la Carta Magna establece que toda persona tiene derecho a la protección de su honor y reputación. Este derecho está protegido a través del Código Penal, que establece sanciones para los delitos de difamación e injuria. Es decir, frente a un derecho el Estado otorga la garantía de sancionar a quien exponga a otro al desprecio público.

Hay jurisprudencia[1] que sostiene que el derecho a la información (de la ciudadanía) está por encima del honor, esto en el entendido de que el peor asesino también tendría derecho a no ser sometido al escarnio (la prisión ya supone suficiente castigo). Pero, efectivamente, el Código Penal otorga herramientas a quienes se sientan vulnerados por el ejercicio periodístico. Lo que quiere decir que quien se sienta difamado o injuriado, necesariamente debe concurrir a los tribunales y pasar por el malestar que esto supone desde todos los aspectos, como tener que contratar un abogado y disponer del tiempo para someterse a un maratón judicial.

Por otra parte, el artículo 58 del texto constitucional, que regula la libertad de expresión, establece el derecho de las personas a la información oportuna, veraz, imparcial y sin censura. Ante la violación de este derecho no existe ninguna protección, pese a que este artículo señala que la comunicación comporta deberes y responsabilidades. Es decir, en caso de que las personas no obtengan información veraz o cierta, no es posible sancionar penalmente a los responsables, pues la conducta se considera atípica.

Este artículo tiene contradicciones y vacíos que me permito exponerle: de suyo, la información tiene que ser veraz, lo contrario lo niega. Así que una primera contradicción viene por la vía del pleonasmo. Lo mismo que oportuna, es decir, el concepto de noticia lleva adherida como siamés la noción de perentoriedad (noticia es algo que pasa y que se informa rápido). Y lo de imparcial se niega en la misma Constitución cuando se afirma que la libertad de prensa y la libertad de opinión y la libertad de expresión se garantizan. De modo que desde el mismo momento en que editar un periódico es lícito, en ese instante se está licenciado la parcialidad. De hecho, en la praxis esto está legitimado cuando nos preguntamos que cuál es la línea editorial de equis medio. Y finalmente, hay un vacío que enmarca todo el problema: en realidad estamos hablando de medios de información (que recaudan y suministran información). La comunicación trasciende orbitalmente a la información, al punto de que estamos en presencia de dos teorías distintas y en ocasiones diametrales. La teoría de la información es apenas uno de los tantos tópicos de la teoría de la comunicación. Tanto es así, que el mismo artículo garantiza que el derecho a recibir “información oportuna…”.

En las últimas décadas hemos sido testigos del auge de los medios de comunicación (información). A través de ellos se conoce lo que ocurre en el mundo, se emiten opiniones, se publicita y hasta se incita: Es conocido cómo en febrero de 1898 el empresario de los medios de comunicación (información) William Randolph Hearst, azuzó la guerra entre EEUU y España apelando a la manipulación de hechos tras una supuesta destrucción del acorazado norteamericano Maine en la bahía de La Habana. Con estas noticias, además, el empresario aumentó las ventas de sus diarios. No manipuló, inventó.

En fin, ciertos medios cuentan los hechos a su manera (irremediable) y, en muchos casos, premeditadamente, sin importar el impacto que la noticia tiene en la población (los medios, justamente, tienen por razón de ser el de impactar a las sociedades). En 1938, el guionista y productor estadounidense Orson Welles generó pánico en Nueva York al adaptar en radio la novela La Guerra de los Mundos, que trata sobre una ficticia invasión extraterrestre. La histeria colectiva generada demostró el poder de los medios de comunicación (información). Buen ejemplo, ¿tuvo la culpa Orson Welles por la excesiva credulidad de los habitantes de Nueva York? El punto es, doctora, que lo emitido en un medio tiene, precisamente, valor en la medida en que unos usuarios disciernen o no sobre lo que se les informa. Si fuese fácil de creer lo que El Nacional o El Universal escriben, o lo que Globovisión emite, el presidente Chávez estuviese liquidado hace algunos años, incluso antes de emerger.

Con el paso del tiempo la historia se repite y las manipulaciones de algunos medios han aupado desde crímenes de guerra, como en Serbia, hasta golpes de Estado, como en Honduras. Y como en Chile y como en Venezuela y en todos lados. También se usan para sostener dictaduras encubiertas como democracias.

Venezuela no escapa de situaciones similares, y frente a éstas no existe garantía de que el Estado imponga las sanciones a quienes en forma dolosa difundan informaciones inexactas o no veraces. Por ello desde el Ministerio Público promovemos la sanción de la Ley contra Delitos Mediáticos, para regular la actuación de los medios.

Doctora Ortega, usted misma ha citado los artículos constitucionales 58 y 60 como garantía de la ciudadanía frente al desempeño de los medios.

En todo caso, doctora Ortega, con su respecto, a mí me parece percibir de su genuina preocupación que la conclusión es que tales artículos son insuficientes, pues la gente no los ejerce. Y se crea un cuello de botella de liberalismo e impunidad.

Digo esto porque, por mucho que le meto coco, no veo factible que podamos con una ley de delitos mediáticos, porque cada noticia que se escriba o se emita deberá estar acompañada de un juez que signifique la garantía de veracidad. Esto no tiene aplicabilidad, porque la conclusión nos pondrá a debatir cuándo una información es verdad o no, y de allí a debatir plenamente el concepto de la verdad, no hay barreras.

Sin contar que tendría que crear usted una fiscalía de medios, en la que se dediquen a leer todos los impresos y todas las televisoras y radios para ir determinando qué es verdad y qué no.

Usted podrá decirme que ello no es necesario, pues no aplica la variante de noticia críminis, sino que se actuara a instancia de un tercero.

Si esto es cierto, ¿no puede ese tercero invocar los artículos 58 y 60 y acudir ordinariamente a un tribunal?

Doctora Ortega, permítame este abuso: creo que la génesis de su preocupación está en el artículo 57 constitucional, que garantiza el derecho a réplica, que se ha vuelto obsoleto de tan poco recurrido.

Inciden factores emocionales: nuestro pueblo sigue percibiendo a los medios y a sus periodistas como templos inaccesibles, como entidades intelectuales contra las cuales hay poca capacidad de confrontación.

Si nosotros logramos extraerle esa debilidad a nuestro pueblo, los tribunales venezolanos se verían atestados cotidianamente de acusaciones de periodistas, como en otras sociedades, por cierto.

De modo que me permito recomendarle que, en lugar de una ley de delitos mediáticos, se cree una fiscalía de atención a las víctimas de los medios de información, la cual sea habilitada (instada) por un individual para incoar juicio.

En resumen, el Ministerio Público puede darle sentido y pertinencia al artículo 57, y en consecuencia colmar a todos los medios de réplicas (que por antonomasia cuestionan el desempeño de un medio) y consecuentemente de juicios, que en el corto tiempo se convertirán en modeladores de la actividad periodística. Más legítimo no puede ser, además. Yo alguna vez pensé en una Defensoría del Pueblo frente a los Medios.


[1] El inefable Arteaga Sánchez es puntal de esta doctrina

jueves, julio 09, 2009

Envirulado



''El humor es la distancia que hay entre lo que somos y lo que creemos ser''


Virulo, conocido por algunos también como Alejandro García Villalón, y que en antiguas temporadas tuvo como alter ego a Konstantín Von Sauerkraut, el personaje protagonista de muchas de sus composiciones humorísticas y quien ahora promete retomar su saga, se volvió a instalar en La Habana luego de 20 de residencias en México, donde existe un tipo de humor choreto que puso en jaque el sideral talento del cubano, a quien le hice esta suerte de entrevista.

En los últimos años, ¿se ha distanciado de Latinoamérica?

Para nada, me he presentado en Venezuela, en Argentina, en Chile, en Colombia y muchas veces en México.

¿Qué variaciones conceptuales les dejaron los discos "Virulo furioso" y "Canciones del corazón y el resto de mis tripas"?

Mis conceptos del humor no han cambiado, creo que el humor no es sólo para divertir sino para mostrar una faceta poco vista del mundo y de los hombres, sigo pensando que el humor es la distancia que hay entre lo que somos y lo que creemos ser, por eso siempre será más cómico un tipo feo que se cree bonito que un feo a secas.

¿Se ha mexicanizado su humor luego de más de 20 años de residencia en este país?

Creo que tal vez me he universalizado más, y sí, por supuesto, estar tanto tiempo en México ha marcado muchas cosas de mi obra, pero no creo haberme mexicanizado, de hecho tengo profundas contradicciones con el humor comercial que se hace actualmente en México y creo que es de lo peor de América Latina.

¿Qué es de la vida de Konstantín Von Sauerkraut? ¿Está senil? ¿Ha tenido mejor suerte en los últimos años?

Ya estoy pensando en continuar la saga y al parecer Konstantín vuelve con fuerzas renovadas y mucho viagra.

¿El público le sigue exigiendo "Génesis"?

Por suerte sí, así que estoy pensando seriamente meterme a cura.

¿Nico Saquito y Miguel Matamoros siguen siendo una inspiración en la obra humorística de Virulo?

Esos son mis padres y que yo sepa uno no puede cambiar de paternidad, y menos siendo un buen hijo... como modestamente me considero.

¿La Habana le sigue siendo imprescindible para su proceso creativo?

Sí, de hecho me acabo de mudar nuevamente para allá, aunque siga estando por temporadas en México.

Usted ha sido un audaz crítico de cierto tipo de "humor" en la televisión mexicana (humor gracejo), ¿mantiene esta visión o ha surgido una renovación que lo ha hecho cambiar de opinión?

La tremenda presencia de la televisión comercial mexicana en los hogares de este país creo que ha sido un poderoso instrumento de banalización y desinformación del pueblo mexicano y definitivamente un atentado contra el pensamiento y la inteligencia, lamentablemente; salvo honrosas excepciones, el humor comercial ha estado a la vanguardia de la estupidez.

¿Qué descubrimiento humorístico ha hecho en Latinoamérica en los años recientes?

En México: Lazcano Malo y Germán Dehesa (un excelente periodista y humorista mexicano). En Cuba: Telo

Ya pasados los años, ¿se atrevería a contar cómo y por qué nació "El Colibrí", un paréntesis estilístico en su carrera que para muchos es una alcabala en sus conciertos?

Pues surgió de un cuento que le hice a mi esposa una noche en Varadero, Cuba, luego le puse música y luego me di cuenta de que la de "La edad de oro" tenía mucho que ver con la historia.

¿"La edad de oro" sigue siendo una referencia cotidiana para usted?

Creo que es uno de los libros más hermosos y con más respeto por los niños que he leído.

¿Se ha cansado?, ¿hace menos conciertos?

Para nada, al año hago no menos de tres conciertos por semana como promedio, a veces hago 15 conciertos uno detrás del otro y luego descanso y escribo un par de meses.

¿Se siente cómodo cuando se le invoca su condición de fundador de la Nueva Trova Cubana?

Sí, me sigo sintiendo de la nueva trova, parte de la revolución y parte de la cultura de mi país Cuba.

¿Qué se le ha hecho Sara González?

Sarita está bien, con algunos problemas de salud que la han alejado un poco de los escenarios, pero sigue siendo una persona muy querida para mí.

¿Qué valoración hace de los procesos sociales que han echado marcha en América Latina?

Pues que ya era hora de que Latinoamérica se percate que somos nosotros quienes tenemos que resolver nuestros problemas, no nadie de afuera.

¿Y de los cambios introducidos por la Revolución Cubana bajo la presidencia de Raúl Castro?

Pienso que Raúl tiene una visión más pragmática de la realidad cubana y está haciendo lo necesario para que Cuba produzca y eso traiga más recursos y un mejor nivel de vida para los cubanos.

Piensa que esta es la mejor conclusión del humor: "El humor no distrae: concentra, el humor no acepta: cuestiona, y finalmente no gratifica: inocula el veneno de la duda" (definición contenida en un prólogo de uno de sus discos).

Así es.

¿Ahora es más revolucionario?

Creo que sí, y más consciente de lo que eso significa.