domingo, julio 28, 2019

La vida providencial del comandante Hugo Chávez

*La conspiración invisible
La tragavenado fue colgada sobre un palo del techo de la casa para ser medida: tres metros de largo y tenía el ancho de un caucho:  
-Un monstruo impresionante que me hubiera tragado completico
El entonces niño recién nacido dormía en una cuna ubicada en una habitación que por momentos estaba sola: la madre se había ido a lavar los platos y la abuela descansaba en otro cuarto. Entonces la progenitora oye el ruido característico de la boa constrictora al desplazarse al acecho: pegó un grito y Ramón (hermano de la abuela) la mató a palazos y la colgó para la contemplación.
Dieciocho años después también vivió de milagro ya siendo cadete de la Academia Militar (AM): había ido de vacaciones a Santa Domingo, en el estado Mérida, con unas amigas y José Angarita, compañero de liceo en Barinas y quien le clavó el aguijón por la carrera militar. También estaba Dumas, hermano de José. Estaban disfrutando en un río y comenzó una lluvia que se transformó en una tormenta que en minutos produjo una corriente de agua infernal que obligó a los bañistas a refugiarse debajo de un puente.
José Angarita, que era buen nadador al punto de pertenecer al equipo de la AM en esta disciplina, se lanzó al agua en procura de una roca en la orilla. Al lanzarse, retó a los otros a hacer lo propio. Así lo hicieron, pero él se quedó cavilando hasta lo último, cuando finalmente se sumergió en búsqueda de la piedra, pero a mitad de camino le flaquearon las fuerzas y fue arrastrado.

Angarita lo salvó: se lanzó,  lo agarró por un pie y lo llevó hasta a piedra. 
-Si no me sujeta, me ahogo. Tenga la seguridad.  
-La pregunta es entonces: ¿Si el cadete de segundo año Hugo Chávez se hubiese ahogado ese día de julio de 1972, qué hubiese pasado en Venezuela? ¿Se hubiese dado esta revolución?  
Antes y después el entonces cadete Hugo Chávez Frías habría de ser protagonista de pequeños y grandes hechos en apariencia fortuitos, aunque el propio protagonista le contó a Ignacio Ramonet en “Mi primera vida” que en muchas ocasiones se le presentaron circunstancias que le destrabaron el camino en su objetivo de cambiar a Venezuela para siempre. En el relato biográfico define varias veces estos acontecimientos imprevistos como parte de un guión de una “conspiración invisible” a su favor.
-Uno de los azares más azarosos, por decirlo así, es el nacimiento de un ser humano. Yo nací por azar. Se unieron el negro Hugo Chávez, de 19 años, que era un muchacho maestro en unos montes, que se la pasaba a caballo o en burro, y la muy jovencita Elena Frías, de 17 años. Y nazco en ese año 1954, después de haber nacido mi hermano Adán el 11 de abril de 1953. 
¿En qué circunstancias nace Chávez?
-Es como una semilla. Lanzas una semilla en un pedregal o en un arenal, y las probabilidades de que retoñe son escasas. En cambio, pareciera que nací en un terreno abonado para que retoñara algo. No un hombre nada más, sino un tiempo histórico; y para que (yo) participara en él. Sin embargo, no creo en predestinaciones, no creo que el curso de una vida esté trazado cuando alguien nace, por un signo de los astros.
Su expresión pareciera contener una contradicción, y así será a lo largo de su propio relato: negar que el destino esté escrito, pero reconocer la existencia de algo oculto que movía sus hilos.
Su propio afán delirante por desentrañar sus orígenes ancestrales nos ubica ante un misticismo propio en quienes han aparecido ante la Historia para torcerla.
-Es que yo quería saber más; más allá de los apellidos; quería saber de donde procedían las corrientes, los dos ríos que se cruzaron en mi persona. 
-Entre mil azares, o millones de azares, nací porque precisamente a Sabaneta, en una ocasión, llegó ese caballero: Pedro Pérez Delgado “Maisanta”. Llegó como jefe civil (alcalde) y militar enviado por un gobierno revolucionario, en la época de la Revolución de Cipriano Castro.
Enseguida su interlocutor le plante la existencia de algunos rasgos biográficos que indicativos de cierta determinación histórica.
-No sé si podamos hablar de determinación…Creo que existe una gran corriente, como un río invisible, subterráneo, que tiene una fuerza que arrastra. ¿Por qué llega a Sabaneta el abuelo de mi madre, “Maisanta”? Público y notorio es que él también fue coplero –pero no era el negro José Rafael, mi otro abuelo-, era el catire Pedro Rafael. Por cierto, yo también me llamó Rafael, soy Hugo Rafael por esos dos ancestros.
Acentuando la investigación de su propia historia, en particular la de Maisanta, logra entender de dónde viene:
-De una estirpe de guerrilleros de a caballo.  O sea, no soy un eslabón perdido en la historia.
-El padre de Maisanta, ese coronel Pedro Pérez Pérez, indio guerrillero, fue uno de los oficiales de Ezequiel Zamora, y el padre de Zamora había sido capitán a las órdenes del propio Libertador Simón Bolívar. Formamos una cadena, pues; nuestros abuelos y nosotros, sus hijos, sus nietos, somos lo mismo: una sola sangre, un único espíritu, las mismas batallas, la misma bandera y la misma causa… Durante mucho tiempo me habían ocultado la existencia de esos abuelos.  
-A medida que fui creciendo, también fue medrando en mí el instinto por descubrir la verdad…
-¿Sobre su propia familia?
-Y sobre mí mismo. Por eso, cuando descifré lo que pudiéramos llamar el primer núcleo de esa verdad, me sentí disparado. Ese descubrimiento me permitió dispararme en una transformación del espíritu que no tiene límite. Sentí surgir dentro de mí una fuera muy grande…como un disparo en laconciencia. 
Al investigar las revoluciones a principios de 1900 y comprender las razones sociales de esa época lo llevó a una conclusión:
-Eso me confirmó algo importantísimo: nunca hay que perder la conciencia de sus raíces.
Para Chávez entrar a la Academia Militar la conspiración invisible hizo varias jugadas simultáneas: aprobó el primer examen en Barinas y por primera vez en su vida acudió a Caracas, esta vez a Fuerte Tiuna para una evaluación más exhaustiva, de la cual salió bien.
En Barinas quedaba su lastre: el profesor Felipe Díaz, encargado de química y a quien los alumnos aludían entre ellos con el mote de “Venenito” le había colocado 9 sobre 20 y en consecuencia estaba reprobado e incapacitado de obtener el título de bachiller hasta tanto no reparara la nota.
El título era una alcabala para el ingreso a la Academia Militar, pues justamente por esos años pasó de Escuela a Academia Militar,
En la Academia Militar fue sometido a una entrevista final con oficiales, psicólogos y un cura. Aprobó todo pero la materia reprobada le impedía el ingreso directo e inmediato. Estábamos en julio y en agosto ingresaba la camada de ese año.
Entonces un coronel le dice que había una oportunidad para entrar de manera provisional  y ese requisito era ser un buen deportista, que era la fórmula que en Fuerte Tiuna habían encontrado para abrirle una rendija porque a los que, teniendo algún problemita con una materia, fuese un buen deportista.
Lo mandan al patio a jugar  beisbol donde estaban los otros con materias reprobadas: todos estaban siendo evaluados por José Antonio Casanova y Héctor Benítez, héroes de la generación que en 1941 le ganó a Cuba el Campeonato Mundial de Beisbol.
Dos días antes, Chávez  había lanzado un juego completo en Barinas y el brazo estaba destrozado.  A esa edad ya había comenzado a tener dolores en ese brazo. Treinta años después Fidel le diagnosticó que era el manguito rotatorio.
-Cuando me pidieron que lanzaran fue un fracaso. Sentí un calambrazo de dolor y tiré una bola como un piconazo, muy alto. Una decepción…me sacaron. El examinador me dijo: Usted no puede jugar así; y si le duele el brazo, no puede pichar. Ese día me condenaron a no pichar; nunca más piché hasta que me gradué de subteniente y que, a mi regreso a Barinas, empezaron a hacerme infiltraciones en el brazo. Piché todavía un año, pero después ya no podía más, el dolor era insoportable, el manguito se desgarró totalmente…
El destino colocaba una nueva piedra en el camino de Chávez, pero enseguida ocurrió el acto de magia “porque Héctor Benítez era zurdo también, se me acercó y me dijo que intentara en otra posición. Ahí decidí batear. Me defendí bastante. Al final, Benítez me dijo: Sirves para el beisbol. Te vamos a inscribir en la lista”.
-O sea que ingresó en la Academia Militar casi por milagro, le espeta Ramonet, orientado en la tesis de lapredestinación.
-Lo que es la vida. Ese día, en aquel pasado de mi primera vida, entre un millón de azares, las circunstancias hubieran podido llevarme a un destino sin duda muy diferente. Pero allí, en aquella situación mía, con una materia reprobada y en la incapacidad de pichar correctamente, un micrométrico asunto me trajo a este camino.
-Podríamos casi decir: ese simple golpe de bate cambió el curso de la Historia de Venezuela-, lo vuelve a incitar Ramonet.
-Fue una cosa chiquitica del azar.  Es decir, si yo no hubiera podido batear en buenas condiciones –cuando lo mío era pichar– no entro a la Academia. Ser zurdo también me ayudó, porque Héctor Benítez me anotó en su cuaderno: “Estamos buscando un bateador zurdo. Así que lo vamos a recomendar; preséntese aquí en ocho días”. Si por alguna casualidad yo no hubiese sido zurdo y hubiera fallado los tres batazos, me sacan. No hubiese ingresado en la Academia. No sería lo que soy y no estaríamos hablando de Revolución Bolivariana.
Luego de ese azaroso episodio en el campo de beisbol de Fuerte Tiuna regresó a Barinas e hizo larespectiva reparación ante “Venenito”, quien lo calificó esta ve con 14 sobre 20.
-Con lo cual, el domingo 8 de agosto de 1971, ingresé en la Academia Militar.
Había sido un destacado lanzador en el liceo e incluso había formado parte del seleccionado estadal para torneos nacionales. Su inspiración era Isaías “Látigo” Chávez y justamente el tropiezo con “Venenito” en química obedecía a que el beisbol lo había abducido de tal manera que el estudiante brillante que había sido durante toda su trayectoria, en quinto año empezó un descenso hasta bajar su promedio de notas de 19 a 15…14.
Y el día crucial no pudo hacer lo que siempre hizo y sí hizo lo que nunca había hecho como especialidad: batear imparables. El imaginario venezolano deportivamente lo tenía como un zurdo cortante desde lalomita. Pero fue en la caja de bateo que logró el pase a la Academia Militar…. Aparte del hecho de que Héctor Benítez creyese en la imprescindibilidad de un zurdo en la alineación de su equipo.
¡Y entonces volvió a nacer como un milagro! 
-Desde el primer día noté que me seducían los símbolos patrióticos de laAcademia. Me sentí como pez en el agua. Aun hoy, cuando voy a laAcademia percibo que llegué al vientre de una segunda madre. ¡Fue para mí una segunda madre! Yo soy hijo de esa Academia. De esa Alma Mater, un recinto sagrado… ¡Hijo de la Fuerza Armada! ¡Yo nací ahí! Uno puede nacer varias veces. Uno nace primero en el vientre de a madre, pero vuelve a nacer cuando ve la luz de las ideas y de la conciencia. En esa Academia fue donde comenzó todo…Aquella simbología me enganchó. Para mí, laAcademia fue una bendición. Esa es la palabra; una bendición, porque no solo allí me sentí soldado, sino que, en ese recinto, surgieron en mí las motivaciones políticas. Eso fue una bendición para este proceso. 
-¿Qué quiere decir?-, indaga Ramonet.
-Usted ve a todos esos oficiales, mayores, capitanes, tenientes, sargentos, que son puros soldados. Creo que mi influencia hacia ellos no sería lamisma. Es decir, aquí no hubiésemos podido romper el muro del Pacto de Punto Fijo por más debilitado que parecía en 1990, 1991 y 1992 si no hubiese sido por esa corriente militar que se unió al pueblo. Fue la chispa que encendió la pradera (…) Si yo no fuera militar, si yo fuera un presidente civil, difícilmente ese presidente civil pudiera tener la influencia que yo tengo sobre ellos.
Quiere decir que sólo un ascendente militar podía producir la ruptura histórica y por eso cobra ribetes en los anales venezolanas aquella acotación que Héctor Benítez hizo sobre su cuaderno.
Mucho antes de los 30 años Chávez ya integraba el alto mando de Alfredo Maneiro y Douglas Bravo, los dos referentes de las luchas revolucionarias de esas décadas. Clandestinamente se reunía por separado con cada uno y agotó sus esfuerzos por juntarlos en una reunión… con ambos se produjo a la postre un distanciamiento porque tanto Maneiro como Bravo alegaban que en la revolución los militares sólo debían cumplir el rol de brazo armado… mientras que Chávez sostenía la idea de una unión cívico-militar dondela Fuerza Armada fuese el cerebro.

LOS ASOMBROSOS RECORRIDOS
A finales de 1977 el carismático “Willy Mora” (José María Morales Franco) estaba loco a punta de sanciones en el batallón Bravos de Apure de Maracay y le plantea a Chávez un difícil intercambio entre un teniente y un subteniente.
-No tengo un tío general que nos ayude-, recibe como respuesta “Willy Mora”.
Y contraataca “Willy Mora”:
-Si me das tu autorización, le planteo a mi tío que nos logre un cambio directo.
-Él sí tenía un tío general”, dice Chávez muerto de risa.
El hecho de que “Willy Mora” estuviese colapsado por los castigos y que tuviese influencias en un general produjo el cambio que llevó a Chávez de Cumaná a Maracay.
A principios de 1978 sorpresivamente llega un radiograma: “Subteniente Hugo Chávez, presentarse en el batallón blindado Bravos de Apure, Maracay. Nombrado oficial de comunicaciones”.
-A los pocos días estaba yo en Maracay. Me recibió el teniente Camejo: “No tienes idea de dónde has llegado”. Para mí, aquello fue una segunda escuela. 
Su primera responsabilidad fue como subteniente en el fuerte Tabacare de Barinas el 14 de julio de 1975, y luego a Cumaná en 1977 y de ahí a Maracay, en el canje con “Willy Mora”, hasta que regresa a laAcademia Militar como instructor en 1981.
-Un buen día, en marzo, me llama Humberto Prieto, el nuevo comandante, y me dice: “Chávez, ¿usted pidió cambio?”. No, le digo. Los cambios normalmente son en agosto. Pero él me dice: “Pues de todos modos me alegro por usted, porque ha sido cambiado, va para Caracas, a la Academia Militar”.
-De un día para otro me presento en la Academia Militar. Recuerdo que estaban unos juegos interinstitutos y ese regreso mío a la Academia vino como anillo al dedo…hay ocasiones en que pareciera en que todo conspira para ayudarme, como si hubiera un plan oculto o una conspiración
-Llego a la Academia Militar en pleno auge personal, ya de teniente con dos años de antigüedad, me falta un año y medio para ascender a capitán, pero vengo “cuajado”… Luis Pulido, comandante del batallón Bravos de Apure nos decía: “Quiero bizarros oficiales” y yo traté de convertirme en “bizarro oficial”...En lo político ya había dado pasos importantes en la fragua….En lo personal estaba casado, con dos hijas ya… Todo marchaba viento en popa y con esa brisa a favor llego a aquel patio otra vez, el patio de honor, el código de honor, los cadetes ideales… Lo vi clarito: aquí está “el nido de las águilas”. A partir de ahí me resultó evidente que la Academia tenía que ser el nido… la cuna de la revolución, el nido de águilas. Nuestro movimiento cayó en tierra fértil.  Llegué y me nombraron comandante de un pelotón de cadetes hasta julio de 1981.
-Desde el punto de vista político percibo pronto el potencial que hay. Así que empiezo a hablar con algunos cadetes, me olvido de los oficiales y me dedico a hacer amistades, a ser buen compañero con los subalternos, a tratar de ser un buen superior. Me dije: aquí están los muchachos llenos de cualidades, ya no son los reclutas del ejército.
-Es decir, el destino puso a su disposición como una bandeja, a los hombres que usted necesitaba para su proyecto-, embiste de nuevo Ramonet en su estrategia de plantear la predestinación.
-Exacto. Es como si se hubiese planificado. Comienzo entonces a “trabajar” con los cadetes. Empiezo una campaña de captación para la revolución. 
En julio de 1982 asciende a capitán y en agosto lo mandan a los paracaidistas en Maracay. Estuvo tres meses como comandante de una compañía del batallón Antonio Nicolás Briceño.
En diciembre de ese año va a curso avanzado en Escuela de Blindados en Caracas y termina en julio de 1983 y al quedar como número uno lo nombran instructor en la Escuela de Blindados desde julio 1983 hasta comienzos de 1984. Aunque ambas sedes estaban en Fuerte Tiuna, la distancia que las separaba era de 50 metros.
-Y de un día para otro, como en ocasiones anteriores, se produce un cambio anormal. Me llega la orden: preséntese mañana en la Academia Militar.
-Una vez más regresaba a la Academia Militar. Eso significaba mejores posibilidades. Porque no es lo mismo estar de capitán en una unidad fronteriza aislada que estarlo en el corazón del sistema…
Inusualmente lo pusieron a dar clases en la Escuela Superior del Ejército. De táctica y estrategia.
En 1985 lo transfieren e Elorza (Apure) porque la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) se enteró del movimiento y quisieron desterrarlo por sus discursos muy críticos en la Academia Militar.
Al recoger sus peroles y salir de la Academia Militar rumbo a Elorza recuerda haberse dicho a sí mismo: “Misión cumplida. La gestación estaba en marcha y el parto que venía nada iba a detenerlo.
Elorza se convirtió en una especie de laboratorio sociológico donde empezó a experimentar su tesis respecto a la relación Fuerza Armada-Pueblo.
-Lo que nunca antes había hecho. 
Elorza sería el posterior escenario de un acontecimiento inscrito en el relato mágico de Chávez y que cobraría protagonismo antes y después de producida la rebelión del 4 de febrero 1992.
Pero antes de ello ubicamos la fecha en que, al regresar Chávez de una zona de indios yaruros que patrullaba como jefe de una unidad de soldados  harapientos melenudos, barbudos –“tenían realmente aspecto de veteranos guerrilleros–, se presenta a pasar revista el general Arnoldo Rodríguez Ochoa, quien también es artífice de un movimiento de palanca en esta conspiración intangible.
-Conversamos… y al final me propuso que fuese su ayudante en San Juan de los Morros  (Guárico).  
Apenas unos meses después a Rodríguez Ochoa lo nombraron Secretario Nacional de Seguridad y Defensa y llevó a Chávez a Caracas como jefe de su ayudantía.
-De ese modo, por unas insólitas coincidencias, de un día para otro, reaparecí en la capital.
-Era a mediados de 1988. En un santiamén pasé de las orillas del Arauca a las riberas del Guaire. Una vez más, fue como si alguien hubiera conspirado a mi favor. -Como si todo fuera una conspiración cósmica. El destino moviendo sus fichas en el tiempo preciso y con el ritmo adecuado. Mis oficinas estaban en el Palacio Blanco (frente al Palacio de Miraflores), ubicación del Seconasede (Secretaría del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa).
Era una posición importante, pero algunos generales no lo aceptaron  y poco después, para desterrarlo de nuevo, la misma Seconasede lo despachó a Centroamérica a realizar un curso internacional de asuntos civiles.
Al regresar aprovecha el tiempo y se pone a estudiar ciencias políticas en la Universidad Simón Bolívar, acabado de ser ascendido a teniente coronel. Estuvo año y medio, pero vino la tormenta de Los Pinos.

LA BATALLA DE LOS PINOS
En las postrimerías de su estudios de ciencias políticas en la Universidad Simón Bolívar, Chávez hubo de abandonarlos porque tuvo que defenderse del acoso del Alto Militar, del cual leyó que había decidido acabar con su carrera militar, situación que lo llevó a hacer un paréntesis académico para profundizar el movimiento revolucionario en los cuarteles.
Entretanto, el destino seguía colocándole tropiezos… para que inmediatamente un golpe de magia le despejara la ruta.
El 27 de febrero de 1989  Chávez había amanecido con fiebre, malestares y fuerte dolores en articulaciones, producto de que sus hijos tenían lechina. El médico le dijo que el virus era muy infeccioso y que no podía quedarse en sus oficinas (estaba en Seconasede). Lo mandó a su casa. No tenía mando de tropa. Y luego de pasar por la Simón Bolívar se fue a su hogar en San Joaquín (Carabobo).
Durante El Caracazo Chávez sostiene que asesinaron a Felipe Acosta Carles, uno de los líderes del movimiento insurgente.
-Quizás si yo no hubiese estado enfermo esa semana la policía política me hubiera liquidado a mí también.
Transcurren los meses de ese año y el ritmo de Chávez se mantiene sin novedad… hasta que después de las elecciones del 6 de diciembre (alcaldías y gobernaciones) apareció otra nube negra empeñada en descarriarlo de su sitial en la Historia: lo acusaron de liderar un plan para asesinar al presidente Carlos Andrés Pérez el 24 de diciembre. Todos los mayores fueron apresados.
-A finales de 1989 me sacan del Palacio Blanco bajo esa acusación.
Lo mandan a Maturín con la ciudad por cárcel y sin responsabilidad relevante: oficial para asuntos civiles en la Brigada de Cazadores.
Al poco tiempo consiguió regresar a Caracas para seguir un curso de dos años en el Comando y Estado Mayor en la Escuela Superior de Defensa, en el sector Los Pinos de Fuerte Tiuna.
-Comencé ese curso en octubre de 1989 y los terminé en julio de 1991. A duras penas porque aquello fue una guerra.
Carlos Julio Peñaloza, jefe del Estado Mayor del Ejército, especie de Javert en aquella historia, había dado a orden de que Chávez y sus compañeros no se graduaran porque los acusaba frontalmente de estar conspirando.
No pudieron impedir que ascendiera a comandante (teniente coronel),  y la única forma de frenarlo era haciéndolo fracasar en el Curso de Estado Mayor. Esa era un plan del Alto Mando Militar, sostiene Chávez.
Pronto la conspiración de Alto Mando comenzó a materializarse: A Chávez le tocaba ascender como número uno de la promoción a teniente coronel, pero le cambiaron el orden al doce. Y comenzó la guerra para que no se graduara y hasta de eliminarlo físicamente: un oficial guatemalteco enviado a estudiar a Caracas le confesó que le habían pagado en dólares para que ejecutara ese propósito.
Si terminaba el curso de Estado Mayor era muy difícil que le negaran el comando de un batallón y ese era su objetivo en ese tramo de la historia: buscaba tener comando de tropas.
-Para eso uno es comandante. Porque, además, si no aprobaba me rayaban prácticamente la carrera. El oficial que no aprueba un curso de Estado Mayor le dan una raya para el expediente profesional.
Las artes del Alto Mando contra los oficiales bolivarianos consistían en un acoso feroz: los grababan con dispositivos debajo de los pupitres de clase… los presionaban y muchos desertaron. Los tenían como en una Escuela Militar. A las 5 am los obligaban a trotar hasta Plaza Venezuela y regresar en short en taxi en Fuerte Tiuna.
-Un tratamiento indigno. Ese día hubo conato de insubordinación, recuerda Chávez sobre el regreso en short a los cuarteles.
Las tensiones cundieron toda la atmósfera en Fuerte Tiuna, porque los oficiales ya daban claras muestra de rebeldía, lo que seguramente produjo que el inspector general de la FAN y el director de la Escuela Superior llamaran a Chávez a reunión secreta para sugerir un armisticio: le garantizaron que no expulsarían y lo animaron a terminar las materias a cambio de que contribuyera a bajar las tensiones entre las tropas.
Esa reunión bajó un poco el acoso, pero Peñaloza seguía como perro de caza detrás de su objetivo personal: truncar a Chavez. Contaba con el poder para lograrlo, aunque en esos días hizo una exhibición rayana en la locura al invitar a su oficina y retarlo a dispararse mutuamente. Chávez mantuvo la serenidad y tal compostura derrumbo a Peñaloza, quien se disculpó por el exceso y lo atribuyo a la fatiga de las presiones que le mantenían sus superiores para frenar a Chávez.
En el curso Estado Mayor en la Escuela Superior de Defensa no se podía raspar tres materias. Al raspar dos había chance de repararlas, pero una tercera significaba una reprobación del curso.
A Chávez  lograron rasparle dos, pero cuando se percató de que le iban a raspar la tercera y que no iba a poder evitarlo, se fue al Palacio Blanco y habló con el general Arnoldo Rodríguez Ochoa y lo puso al corriente de las presiones, del plan de detenerlo y de la atmósfera que había en los cuarteles.
Luego de escucharlo, Rodríguez Ochoa invita a Chávez a almorzar con un amigo en un restaurante de Las Mercedes sin explicarle con qué propósito.
En una mesita los estaba esperando Herminio Fuenmayor, curruña de Carlos Andrés Pérez y director dela  DIM. De civiles porque los tres estaban conspirando contra Peñaloza, confiesa Chávez.
Rodríguez introduce la conversación diciendo que había invitado a Herminio para que Chávez le contara de los problemas en el Ejército.
Chávez hizo el sentido relato de la situación interna y lo adornó con un comentario que a la postre trascendería como uno de los grandes escándalos de opinión pública en la Venezuela de esos oprobiosos años y que funcionaría como una enorme palanca que abriría una colosal puerta que obstruía el caminar de Chávez en los planes de transformación del país:le dijo a Fuenmayor que si nadie la ponía coto a lasituación iba a haber un problema grave en el Ejército.
Fuenmayor hizo las veces de reportero preguntando a Chávez varias cosas sobre el tema convocado y no dejó de tocarle a Chávez el eco de los rumores que lo apuntaban como jefe de una conspiración.
Negó las sospechas y lo hizo de una manera que no dejara atisbo de duda: dijo que la verdad era que había un enfrentamiento entre generales y que eso estaba causando fisuras en todos los niveles inferiores del Ejército y que, como inciso final, la situación podía escalar a una situación que podía estallar, es decir, producirse una rebelión contra el generalato, lo que a su vez desencadenaría una crisis nacional, puesto que Venezuela atravesaba las tempestades que ledictaba el Fondo Monetario Internacional.
Fuenmayor lo escuchó y le dijo que se anduviera tranquilo, sin meterse en líos. En ese momento Chávez no sabía que estaba siendo instrumento de una guerra entre generales, pero no tardó en constatarlo.
Al día siguiente de la reunión con Fuenmayor llega Peñaloza a clases hecho una fiera gritando “aquí hay un poco de sapos”.
En la madrugada siguiente a la reunión entre Chávez, Rodríguez Ochoa y Fuenmayor le había llegado a Peñaloza (a título de comandante del Ejército) un radiograma de Inteligencia Militar alertándolo sobre peligros de fracturas en el Ejército e instándolo a tomar acciones para reducir las tensiones.
El radiograma repetía a calco lo dicho por Chávez a Fuenmayor. 
Peñaloza sospechó de todos, menos de Chávez. En todo caso, bajó el hostigamiento.
A los pocos días revienta un escandalazo.
Peñaloza, en represalias contra esa intervención de la DIM mediante el radiograma, o en todo caso en el marco del conflicto interno en el seno del Alto Mando Militar y de su enfrentamiento con el mando político, choca estruendosamente con Carlos Andrés Pérez.
Ocurrió que el Congreso citó a Peñaloza por un asunto de una compra fraudulenta de municiones. El presidente Pérez leordenó que no acudiera.
Pero Peñaloza se presentó en el Congreso con unas carpetas y las entregó a los diputados, denunciando unos supuestos hechos de corrupción cometidos por una dama cubana llamada Gardenia Martínez, de laCorporación Margold, amiga de Cecilia Matos, la amante de Carlos Andrés Pérez.
En sus declaraciones al Congreso Peñaloza acusó a la Corporación Margold de haber estafado al Estado en unos cinco millones de dólares por municiones pagadas y no entregadas.
Resultó que el principal accionista de la Corporación Margold era nada menos que Orlando García, amigo por cuarenta años del presidente Pérez, jefe de la seguridad presidencial y… amante de Gardenia Pérez. 
Las páginas de todos los periódicos venezolanos fueron colmadas con este hito del escándalo, que había sido adelantado por José Vicente Rangel en su programa de entrevistas en Televén.
Consecuencias: destituyen a Orlando García y a Fuenmayor lo apartan de la DIM por unas declaraciones que hizo y por un asunto de narcotráfico.  Y sobre todo sale Peñaloza del Ejército.
-Ese fue un día histórico.
Chávez terminó aprobando el curso como constatación de que había ganado la batalla de Los Pinos porque fue Peñaloza el que quedó excluido del Ejército.
-Como si la mano invisible siguiera dirigiendo mi destino. Todo conspiró para que aquel conflicto a resolviera a mi favor.
-Y a las pocas semanas, después de cruzar esa especie e laberinto, recibo el mando del batallón de paracaidistas de Maracay.
¡Pero antes de eso!
Terminó Chávez el curso de la Escuela del Estado Mayor y la conspiración invisible siguió más viva que nunca porque como comandante lo mandaron a cumplir funciones en… el Servicio de Proveeduría de laFAN.
-¡Eso fue una cachetada para mí!
Era oficial de comando, de blindados y habría terminado el curso con buen currículo:
-Me tocaba comandar un batallón de tanques. 
Estuvo tres semanas sin hacer nada en la Proveeduría de la Fuerza Armada y el 13 de agosto de 1991, por instrucciones del general Fernando Ochoa Antich, nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército, lo nombran primer comandante del Batallón de Infantería de Paracaidistas coronel Antonio Nicolás Briceño, en el cuartel Páez de Maracay.
¿Cómo llegó a este comando? ¿Qué fuerza invisible operó para este giro que colocó a Chávez en el batallón en el que una madrugada de unos meses después saldría hacia Caracas a la toma del poder política? ¿Por qué Ochoa Antich, al tanto del expediente que la DIM tenía de Chávez, cometió tal ligereza? Habrá sido nuevamente la conspiración invisible.
-A veces el destino te da un regalo. Pasaron varias cosas. Como en laProveeduría no tenía nada que hacer, me dediqué a ir a la Academia Militar, a los actos de recepción de mis compañeros. Andaba oyendo y conversando. Siempre que iba a la Academia retomaba fuerzas. Me vigilaban y me hostigaban, pero en la Academia yo tenía el mundo hecho: amigos y amigas por todos lados. De ese modo, una tarde asistí al acto e nombramiento del comandante del batallón de cazadores coronel Genaro Vásquez, de mi compañero Jesús Ortiz Contreras y conversé con él sobre mi problema.
Un día va Chávez a visitar a Ortiz Contreras, quien le comunica: “Compadre, te están llamando de lacomandancia”.
Unas noches antes Ortiz Contreras había coincidido con el ya nuevo Ministro de Defensa (Ochoa Antich) en una fiesta en la Academia Militar.
Ochoa Antich consulta a Ortiz Contreras por la ubicación de Chávez y lo pone al corriente de las responsabilidades en la Proveeduría de la FAN.
El ministro le solicita a Ortiz Contreras: Dile a Chávez que quiero hablar con él.
Chávez recibe renuente el recado a tal punto que mandó como respuesta que se encontraba muy bien en laProveeduría.
No le creyeron, porque lo llamó un coronel desde la Comandancia  para decirle que el Ministro lo quería ver.
Ochoa le acota que lo de la Proveeduría debía ser un error, pero que debía cambiar su carácter. Luego le pidió que lo ayudara a acabar la guerrita en el Ejército, petitorio en torno al cual Chávez se victimizó.
Ochoa llamó a Pedro Rangel Rojas, jefe de Estado Mayor, y le dijo: “Aquí te tengo a Chávez, te lo mando a tu oficina, dale un cargo en el Ejército, tú sabrás dónde”.
Rangel Rojas era un adversario declarado de Chávez, pero le dijo: “Paisano, ayúdame, vamos a recuperarla calma en el Ejército, vamos a pacificarlo”.
Chávez le dora la píldora y Rangel Rojas le pregunta que a dónde quería ir. “A donde usted quiera”, le responde. Y Rangel Rojas le dice: “Quiero que vayas cerca de tu esposa y de tus hijos”. 
A los tres días lo llama Frank González –había sido jefe de seguridad de Miraflores- y le anuncia: Mi comandante, no levoy a explicar mucho, pero hay un batallón de paracaidistas vacante, y casi nadie quiere ir, ¿usted le echaría bolas?
-Anóteme en esa terna.
Ese mismo día lo nombraron comandante del Antonio Nicolás Briceño.
-Cuando recibí el mando de aquel batallón de tropas “boinas rojas”, lafrase que me salió de adentro, con el estandarte de ese batallón élite en lamano, fue: ¡Se jodieron!
-Más de 500 hombres bien entrenados, sitio estratégico cerca de Caracas y oficiales del MBR en posiciones de mando y el pueblo reclamando una rebelión. 

LO INVISIBLE EN POST REBELIÓN
En pleno desarrollo de la rebelión del 4 de febrero, Carlos Andrés Pérez “escapó” de Miraflores por laparte trasera, por la Plaza Bicentenaria
-Ahí debía estar un tanque que no estuvo-, rememora Chávez.
 De estar ese tanque donde debía estarlo, Pérez hubiese sido apresado y entonces triunfaba el movimiento. Una victoria no hubiese dado origen al “Por ahora” y la historia sería otra. A posteriori Chávez ha admitió muchas veces que lo mejor fue que la insurrección fracasara porque, entre tantas razones, era una “quijotada”.  Pudo entonces la conspiración invisible causar una súbita avería en el tanque que debió estar apostado en la salida de Plaza Bicentenaria.
Es en este punto cuando se conecta la conspiración inasible con el confinamiento al que en 1985 había sido sometido Chávez en Elorza.
Luego de escapar de Miraflores y rumbo a Venevisión, Iván Carratú Molina (jefe de Casa Militar en febrero de 1992) contó que el presidente Pérez sólo alcanzaba a lamentar: “¡La culpa la tiene Carmona!”.
Jesús Carmona era presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela en 1959, año en que Fidel Castro, el 23 de enero de ese año,  tiró un discurso en una abarrotada Aula Magna.
En una de las fotografías de ese hecho se aprecia a Jesús Carmona saludando solícitamente a Fidel.
Veinticinco años después de aquel acontecimiento en el Aula Magna Chávez conoció a Carmona mediante un capítulo mágico del libro de la conspiración invisible.


Era invierno y Chávez andaba patrullando un río y fue informado por la tropa de una lancha que se había quedado sin combustible y la mandó a auxiliar.
Quien descendió de la lancha fue Jesús Carmona calzado en un sombrero pelo e’ guama. Muy locuaz enlazó fluida conversación con Chávez diciendo que era abogado y que tenía un bufete en Caracas. Le dejó una tarjeta de presentación y ahí pareció extinguirse la anécdota.
Poco tiempo después Chávez es nombrado presidentes de las ferias de Elorza y empieza a rebuscar maneras de conseguir apoyos. ¡Se acordó de la tarjeta de Carmona!
El abogado  estaba muy relacionado con el gobierno, de tal manera que en 1998 fue coordinador de campaña de Pérez y luego procurador y ministro al ganar por segunda vez la Presidencia.
A solicitud de Chávez, Carmona ayudó a conseguir uniformes, pelotas, máquinas para arreglar carreteras.
-Acudió a la fiesta y llevó de invitado al ministro Juan Pedro del Moral (ministro de Obras Públicas cuando Jaime Lusinchi).
-Total: Carmona y yo nos hacemos íntimos. 
La relación entre Chávez y Carmona se redimensionaría en 1988, luego de que Pérez ganara las elecciones presidenciales.
la ceremonia de proclamación en el entonces Consejo Supremo Electoral (CSE) acudió el mismísimo Chávez como ayudante del general Arnoldo Rodríguez Ochoa.
En medio del bullicio propio de estos actos oye que le gritan “Chávez”.
-¿Qué haces aquí?-, le pregunta su interlocutor.  
-Soy ayudante del general, ¿y tú?-, riposta Chávez.
 -¡Soy amigo de Carlos Andrés!
Los viejos amigos intercambiaron pistas sobre dónde se encontraban y Carmona le pregunta al teniente coronel por la orientación política de Rodríguez, quien era más bien copeyano.
-¿Es de los nuestros? 
-¡Claro!

Eso tranquilizó a Carmona “y me permitió iniciar una operación de engaño que nos fue muy útil hasta el 4 de febrero. Porque Carmona tenía influencia en el presidente Carlos Andrés Pérez” 
Retomando al ceremonial en el CSE: Carmona le da su número a Chávez y le dice:
-Tu general y tú están invitados al brindis que hay después aquí. 
Termina la ceremonia y Rodríguez le dice para irse, pero Chávez le dice que están invitados al brindis. Rodríguez cree quele está mamando gallo: “Si a ti te tienen como un revolucionario”. 
En un saloncito estaban como 20 persona y ellos dos los únicos militares, bien tímidos en una esquina. 
Al rato Chávez ve a Carmona hablando efusivamente y se acerca para saludarlo y él grita:
-Carlos Andrés, quiero que conozcas al mayor Chávez, amigo mío…
Se quedaron de últimos hasta las tres de la mañana y Rodríguez desbordado le comenta a su ayudante: Chávez, ignoraba que eras amigo de esta gente. Me tienes sorprendido.

-Me fui acercando al poder.  El 2 de febrero CAP tomó posesión y nombra a Carmona Procurador, pero  a los pocos meses lo pone como Ministro de laSecretaría, con oficinas en Miraflores.  
-Así que yo me la pasaba en sus despachos, tomando café, haciendo llamadas, trabajos de la universidad. Varias veces vino CAP y me encontró ahí… Osea, me convertí en un familiar, tenía un pase para acceder al Palacio sin problemas.
Un año después, al ser acusado de tramar el plan para asesinar a CAP y ser encarcelado en Maturín, Chávez infería que Carmona desplegó sus influencias en favor de él.
Algunas horas iban a ser suficientes para que la conspiración invisible volviera a imponer sus designios para esclarecerle la ruta a quien unos poquitos años después partiría en dos la historia de Venezuela.
-No había pasado una semana cuando me llama Carmona y me pide que regrese a Caracas porque… ¡me han concedido una condecoración y se organiza un acto! ¡Inaudita sorpresa! 
Le colocaron la medalla del Seconasede, que dependía de Carmona  como Ministro de la Secretaría.
De esta sociedad Chávez-Carmona emanan los alaridos de CAP cuando iba empinado hacía a Venevisión: ¡La culpa la tiene Carmona!
CAP entendió retrospectivamente que eran ciertos los informes de inteligencia que señalaban a Chávez de estar tramando un golpe.
-Seguramente Carmona en diciembre de 1989 convenció a CAP de que todo lo que se de mí era mentira.
-O sea, esa “amistad” con Carmona me vino como anillo al dedo… confirmando lo de la conspiración invisible

COMO UN JUEGO DE AZAR
-Uno puede ser ayudado hasta donde la propia historia lo permite. Ella va imponiendo condiciones que resultan como un juego de azar. Siempre sentí que, en ese permanente juego de azar, contaba con altas probabilidades de que realizaran las cosas. Porque se precisan condiciones impensables. Si yo hubiera nacido en 1930 e ingresado a la vieja Escuela Militar, nunca hubiese sido el coronel Chávez, ¿Qué hubiera podido hacer en la Venezuela de 1950? Poca cosa…
-Si hubiese nacido en el mismo lugar y en las mismas condicione, pero en otro contexto histórico, ¿cree que hubiese tenido el mismo destino?-, inquiere Ramonet.
-Estoy convencido de ello. Pero es bueno hacerse la pregunta, por lo menos desde el punto de vista teórico, y buscar respuestas. Nunca he sentido mi progreso en la vida como resultado de una predestinación. Jamás me sentí predestinado para hacer la revolución. Siempre tuve conciencia de lafragilidad de las cosas-, esto con relación a las dos oportunidades en que estuvo cercado por la muerte.
Ya se dijo que el 27F Chávez no tuvo aparente rol visible porque estuvo recogido en su casa de San Joaquín fustigado por un contagio viral de sus hijos pequeños, pero el acontecimiento está inscrito en el mismo libreto de su historia personal. Al menos así lo cree.
-No sé si jugué un papel decisivo ene se momento; lo cierto es que una serie de factores me colocaron en una posición decisiva...

LAS MAGIAS FINALES
En esas horas finales que desencadenarían en el histórico “Por ahora”, las coincidencias continuaron arrimando sus vientos a favor de la causa chavista.
-Oficialmente estábamos saliendo para unas maniobras de saltos en El Pao, previstas realmente para el día siguiente... Esa fue otra de las “divinas casualidades” que nos sirvió, porque no sea extraño estar moviendo tropas ese día... Fíjese, qué cuadradito nos salió todo al final.
Horas antes de su irrupción la sublevación militar fue delatada por René Gimón.
-De no ser por ella, nuestro plan hubiera funcionado, estoy seguro.
Y como con la tanqueta que debió estar apostada en la salida de Plaza Bicentenaria del Palacio de Miraflores, impidiendo el escape de CAP y su inevitable arresto, lo cual habría significado el triunfo del movimiento bolivariano, ¿este traspiés de última hora jugó a favor de Chávez? Lo ya dicho: él mismo admitió muchas veces que la derrota fue venturosa. Quizás el destino prosiguió implacable dictando sus azares, de la misma manera en que maniobró para que la expresión “Por ahora” naciera y sacudiera al país y se propagara por todos sus rincones.
Agotada la rebelión por imposibilidad en las comunicaciones entre los comandantes, Chávez informó larendición del movimiento y fue trasladado a Fuerte Tiuna, donde continuaron recrudecidas las angustias porque los bastiones militares de Valencia, Maracay y Maracaibo se negaban a aceptar la derrota porque nola creían.
La feroz resistencia en los cuarteles llevó al generalato a ordenar el bombardeo de las guarniciones donde había resistencia. Convencido de que lo harían, Chávez se los reprochó y propuso negociar la rendición… pero los comandantes habían cortado las líneas telefónicas.
La conspiración invisible hizo otra aparición e hizo decir al  almirante Rodríguez Citrato, quien había ido al Cuartel de la Montaña a materializar la entrega de Chávez y trasladarlo a Fuerte Tiuna: ¿por qué no lanza un mensaje de rendición vía medios de comunicación? 
Chávez propuso Radio Apolo, que se oía en Valencia y Maracay, pero Rodríguez Citraro dijo que eso iba más allá de Radio Apolo y le preguntó si era capaz de hablar por televisión haciendo un llamado a las tropas a la rendición y a la paz.
-Entonces llamaron a la televisión. Esa fue una decisión que se tomó sin consultar a Miraflores. Porque si consultan a CAP...
Si se consulta a CAP el “Por ahora” no nacía. Pero las circunstancias divinas propiciaron su parto y su génesis desencadenó fuerzas irresistibles que se proyectan por los siglos de los siglos.
Al salir de la prisión de Yare y con el “Por ahora” incubado en los sentimientos de los humildes y patriotas de Venezuela, Chávez empezó una peregrinación no exenta del hilo mágico de un plan oculto.
A los pocos de meses de salir de prisión se armó un foro pro constituyente con Manuel Quijada, Luis Miquilena, Hernán Grûber Odremán, Francisco Visconti Osorio, entre otros, y Chávez asumió laretaguardia con mucha modestia.
Pero en todos los actos el pueblo gritaba “que hable Chávez, que hable Chávez”.
-Era una fuerza irresistible. Ellos terminaron yéndose. Y yo acabé por asumir lo que tenía que asumir... Estaba escrito.  
Chávez citando a Heráclito: “El carácter es para el hombre su destino”.
Lo sabía perfectamente él, cuyo recorrido existencial estuvo signado por un singular temperamento que lo colocó a la misma altura histórica del Libertador Simón Bolívar.
Un hombre que personificó como nadie el ser venezolano en todas sus facetas, incluso las contradictorias, porque al mismo tiempo que reiteradamente negaba creer en predestinaciones, repetía con mucha frecuencia que “todo lo que va a ocurrir bajo el sol tiene su hora”.
Un campeador de la Historia mundial contra el que todos los necios del planeta conjuraron torpemente acusándolo de comunista (ateo) y al que no pudieron ni podrán vencer jamás porque sus batallas reivindicaron la obra del Evangelio: la opción preferencial por los pobres.
Un hombre arquetipo del venezolano de las venideras décadas y oficiante de un sincretismo con el que interpretó impecablemente la venezolanidad de nuestro tiempo.
Un hombre sencillo llenó de todas las pasiones propias de quien vivía angustiado por el bienestar de los humildes, un hombre que se negaba predestinado por la divinidad pero que en su aparición más dramática, al despedirse físicamente del pueblo venezolano que lo profesó sublime amor, pronunció un dramático discurso cuyo epílogo existencial fue: “Dios sabe lo que hace”.
* Todas las citas están extraídas de “Hugo Chávez: Mi primera vida”, de Ramonet.