Hoy estuvo Gualberto Ibarreto en el evento del Teresa Carreño "Venezuela, cantos de la tierra". Realizó un verdadero performance en apenas dos canciones ("guácara me dan por nombre, mi forma es de caracol" y "ah cuerpo cobarde cómo se menea, yo tengo una pea que Dios me la guarde"). El ex profeso entrelíneas del cantor dejó saber que volvía, que estaba ideológicamente de regreso a casa, con su público de toda la vida.
Habló de sus problemas de alcoholismo y pidió al público que lo quisiera por siempre, y que cuando se portara mal lo regañara, pues él era un derecho adquirido de propiedad del pueblo venezolano.
Citó que él no había guardado correspondencia con el cariño que le tiene el pueblo, y enseguida cundieron los aplaudos en lo que pareció una aceptación del regreso a su casa. Gualberto paraba de cantar a medio vamino y se plantaba frente al público a explicar pasajes del tema y luego, súbitamente, arrancaba acompañado después en los coros por gente como Cecilia Todd y Marina Bravo, de Pomarrosa.
El vozarrón eterno que el licor no ha mellado (todo lo contrario), la correctísima, la emotiva, la espeluznante pronunciación, el claro dominio de la escena, de sí mismo. ¡Carajo, ahora es que queda Gualberto para rato!
El evento, en general, estuvo memorable. Hermosa la escenificación de Serenata Guayanesa con la Pulga y el Piojo. Fenómeno lo de "Caraota, Ñena y Tajá". Crsitóbal Jiménez, María Laya...Bien todos, bien todo. Cero por ciento de desperdicio. Que se repita. Que se repita en las plazas. Un domingo muy diferente, excelente las imágenes de fondo según la ocasión.