Algunas veces, cuando me encuentro vacío, cuando no acude la expresión, cuando, después de garrapatear largas páginas, me doy cuenta de que no he escrito ni una frase, entonces me dejo caer en mi lecho y me quedo allí tendido, absorto, caído en un abismo de desesperación interna.
Gustave Flaubert a Luise Colect (24 abril 1852).