Mientras que por un lado anda haciendo conciertos de “paz” con amigos que se le parecen en lo fascista, Juanes se permite meterse con la madre de un presidente, pacíficamente, eso sí, pues lo hace de buena manera, tú sabes, un chiste entre amigos. Además, chico, fue por internet, tampoco fue que se lo dijo en su cara.
La faceta peor de Juanes sobrevino cuando su uribismo provocó reacciones descomunales, ante lo que no tuvo mejor defensa que decir que se acababa el juego porque él se llevaba el balón, es decir, ultimadamente este twitter es mío y hago lo que me da la gana. Cerrado el debate porque al señorito no le gustó que sus seguidores le retrucaran. Mira tú la talla democrática de este fanático de Uribe.
Con Juanes se evidenció de nuevo un problema de fondo en estos parajes oligarcas de la América Latina: Viva para mí la libertad de expresión. Si son otros quienes la quieren usufructuar, no señor, me llevo la pelota. Eso es todo, Juanes expuso la manera en que ellos reclaman libertad de expresión, cuya existencia reconocerán cuando sea de uso exclusivo para ellos, aunque para lograr esto le hagan creer a los periodistas de a vecindad suramericana que todos tenemos derecho a ella.
Además, vale, qué pacifista es ése que va a andar por ahí mentándole la madre a un presidente que luego de una década tiene de patas al imperio, ¿será porque el pueblo no lo quiere? Es decir, ¿esa mentada de madre fue para todos quienes le tienen el pecho puesto a esta Revolución que no le gusta a Juanes?
Esperamos que las reacciones a su imbecilidad le hayan dado una importante lección, y que haya evaluado que el uso y abuso que de la cacareada libertad de expresión cometen los terratenientes mediáticos latinoamericanos quizá lo hayan hecho caer en una trampa, le hayan hecho pisar el peine de que a Chávez no lo quiere ni su mamá.