Impecables eran la
pronunciación y la potencia de voz de Delio Amado León, pero no era
especialmente emotivo, a la sazón de la reguera de narradores que abundan hoy
en día (que son gritones pero no se les
entiende ni saben orientar a quienes escuchan por radio, porque la pelota no se
sabe si va a picar y ya ellos le están asignando el inatrapable a un producto
comercial). Lejos de la sabrosa histeria de Pepe Delgado Rivero, digamos. Pero
fue la voz de Delio Amado la que se quedó en el recuerdo con cada jonrón que en
aquel diciembre remoto conectó el inolvidable Baudilio Díaz. Se va se va se va
se va….ooooooooonróoooonnnnn de Baudilio Díaz.
Eran los maltrechos años
de los Leones, cuyos dueños tenían fama de pichirres estelares (nadie los kechaba).
Se cansaron de ser eliminados. Paradójicamente fue la época en que más
fanaticada sumaron, básicamente por la presencia de Bob Díaz y la yunta sideral
que conformó con Antonio Armas… con un bate de beisbol del extranjero, de esos
que dicen y que Tony Armas. Al mismo tiempo, los Tiburones mataban la liga con
la recordada guerrilla. Pero eran los Leones quienes se ganaban el cariño
mayoritario de los venezolanos, por ese conocido síndrome tan nuestro de
apostar nuestros reales a los seguros perdedores. Es que somos lastimeros.
Unos 30 años después el
beisbol sigue siendo la pasión nacional, por mucho que en Meridiano TV se
empeñen en dedicarle una hora de cada cinco que concentran al fútbol. Ahora los éxitos relativos son para los Leones
(hasta que topa con los bucaneros), pero su fanaticada se ha estancado desde
que el camarada Cisneros decidió expropiar al abominable Prieto Párraga.
Y no es que los
Tiburones sea el equipo que más ande aumentando su ejército de los bleachers (de
hecho siguen siendo un grupito diezmado pero sublimemente fiel), pero está a
punto de ocurrir. Seguramente ocurrirá.
Alex Cabrera, alias el
Samurai, está a tiro de batir el récord de más jonrones que sigue ostentando Bob
Díaz, con 20. Aunque al principio de esta temporada el inefable Cheo Herrera
cometió la infamia de ponerlo a ganarse un puesto en la alineación, Cabrera se
ganará un lugar preferencial en el recuerdo del país, a punta de batazos
dantescos. No hay mejor combustible para adherir fanaticada que contar con
semejante slugger. ¡Si hasta Leonardo Hernández arrastró miles de seguidores a
la causa felina!
Cuando Cabrera alcance
el jonrón 20, cosa que debe ocurrir esta misma semana, y cuando sume el 21 (a más
tardar la otra), en el país no se hablará de otra cosa. Y los chamos que hoy
andan calzando entre 8 y 15 años se harán tiburoneros para siempre en el
recuerdo del Samurai Alex Cabrera. La cosecha será óptima. Serán las nuevas
referencias de los escualos, los pagapeos de los próximos 10 y 20 años. La
Historia no se pela: ya era hora de cambiar a esa desgastada vanguardia de
soldados guairistas que cada año paga su abono y se ufana de la existencia de
la samba litoralense, al extremo de asomar que quizá hasta podría ser
candidateada como patrimonio muy tangible y ruidoso de la humanidad.
Le quedan unos 60
turnos en 15 juegos al Sumarai, eso es el 25% del campeonato. Es decir, imposible que no se cubra de gloria.
Lamentablemente en el circuito radial del equipo no hay quien merezca el honor
de narrar este récord casi imposible de alcanzar.