Tal
el anhelo del comandante Chávez, el centro de Caracas brilla e ilumina. Es una
sensación placentera andar por los caminos de la Plaza Bolívar. Se empina uno y
alza su mirada y se complace de aquel río de gente que se desplaza entusiasta
por los cuatro codos, recuperando su identidad citadina. Y eso que muchos no
saben de la maqueta de lo que será la plaza de la revolución, en La Hoyada. Caracas
entonces será foco turístico mundial (por todo).
Pero el romance es
torpedeado cada mediodía, cuando la avalancha de servidores públicos de los
muchos Ministerios ubicados en el centro baja a almorzar. Una carrera de
obstáculos por las reducidas oportunidades y por lo costoso de estas
oportunidades: 150 bolívares un plato de comida, el más barato, porque las
llamadas ferias (escasas) cometen el crimen de pesarte la cantidad que escojas.
Sin hablar de la calidad nutritiva. El precio (en promedio un almuerzo diario
se lleva por los cachos un salario básico mensual). Esta severa dificultad hace
que los perrocalenteros sean rodeados por una muchedumbre: he llegado a contar
a 40 comensales que rodean al carrito que se ubica hacia la esquina Dr. Paúl.
Un atentado al sistema de salud.
Por tanto, en la
recuperación que se ha venido haciendo del centro de Caracas, ¿dónde está el
socialismo?, para utilizar la misma agonía del comandante Chávez. Descuido. No
tiene mucho ganancia construir un urbanismo (digamos Ciudad Caribia) si ahí no
está la escuela y el centro de salud, incluso la fábrica. ¿O no era eso por lo
que el comandante Chávez formaba cada peo?
Ahora que Ernesto
Villegas está encargado de la transformación de la gran Caracas, por esta ruta
le asomamos esta idea: cuadre con los amigos del centro de buhoneros que está
al lado de la plaza El Venezolano (unos 4 mil metros cuadrados, a ojo llanero)
para que en ese terreno se construya una feria revolucionaria de comida, tanto
en precio (ganancia al 30% límite) como en calidad nutricional (sin que se
entienda que se quiera construir un restorán para vegetarianos).
¿Qué chillarán los que
tienen sus tiendas ahí? No. La idea es que sus tarantines sean convertidos en
tiendas con paredes y puertas y en un segundo nivel iría la feria. Voy por más:
en un tercer nivel cabría un Simoncito y subsiguientes para hijos de los
trabajadores de los Ministerios.
Desde luego, esta feria
de comida sería para atender preferencialmente a los miles de trabajadores
ministeriales, además de personas de tercera edad, etcétera, y hasta los mismos
buhoneros de planta baja. Buen vivir.
Figuro que un plato de
comida a 50 bolívares ya le arrienda ganancias a su productor de al menos 30%.
Cuestión de echar números.
En esos 4 mil metros
cabría Venezuela entera: se procura que en los locales se ofrezca
representación gastronómica de todas regiones del país.
Y de paso, en esos 4
mil metros cuadrados entrarían las mejores rumbas nocturnas y de fines de
semana, ahora que el alcalde Jorge Rodríguez anda suplicándoles a los
comerciantes que conviertan sus tiendas en restoranes. Tendríamos unas
atractivas noches nocturnas, más allá de los viernes culturosos una vez al mes.
En 4 mil metros cuadros cabe cualquier concierto cabilla o romanticón. Mato
grosso.