domingo, julio 13, 2014

Los teutones se camuflaron de caribes


Por: Oscar González Grande



Pese a haber humillado a Brasil y masacrarla con una goleada histórica en semifinales de las Copa del Mundo, el pueblo brasileño se volcó en favor de Alemania.

Si bien es notoria la rivalidad entre Argentina y Brasil, los alemanes supieron hacer su trabajo para ganarse el apoyo de los fanáticos verdes y amarillos. El desenvolvimiento de los teutones hacia Brasil, desde un principio, fue bastante bueno. 

Es cierto que los europeos tienen fama de ser reservados y fríos, pero en esta ocasión rompieron el hielo en este Mundial. Su punto de concentración, un bunker ubicado en una isla que pertenece al estado nordestino de Salvador de Bahía, fue un lugar apartado en el que disfrutaron de las playas, interactuaron con los hinchas y, sobre todo, con los niños de Bahía.

Asimismo, a los pocos días de arribar a Brasil, el combinado teutón se ganó varios puntos luego de que el delantero Lukas Podolski dio a conocer que le encantaba la nación anfitriona. Una conducta que mantuvo cuando se hizo pública la lesión de Neymar, ya que manifestó que era un honor enfrentar a los pentacampeones y que hubiese querido que el astro brasileño jugara ese partido.

Pero, tras la paliza que le dieron a La Canarinha, Podolski escribió en portugués un mensaje en las redes sociales del que se desprende el siguiente fragmento: “Respeten a la Amarelinha con su historia y tradición, el mundo del fútbol debe mucho al fútbol brasileño, que es y siempre será un país de fútbol”. Un gestó que lo catapultó de forma positiva en la nación amazónica.

No en vano, el principal diario deportivo brasileño “Lance”, al concretarse la final Alemania-Argentina, dedicó su primera página a Podolski junto a un niño indígena de la tribu bahiana y tituló: “Alemanes desde chiquitos”.

Y, como si ya no fuera poco, los alemanes con la mente fija en diputar la final en el mítico Maracaná, el mayor estadio de Río de Janeiro y casa del club Flamengo, le hicieron un guiño a ese equipo. Puesto que varios jugadores europeos subieron fotos  en las redes sociales vistiendo la camiseta del Flamengo, un uniforme que con su rojo y negro coincide con los colores de la segunda indumentaria germana.

Una estrategia que les rindió fruto, ya que este domingo la inmensa mayoría de los cariocas que estaban en el Maracaná y en las calles más concurridas de Río de Janeiro, Copacabana e Ipanema, lucían con mucho orgullo la franela del Flamengo con pintas de Alemania en los cachetes o con la bandera alemana a sus espaldas.

En medio de ese escenario y tras las humillantes presentaciones de La Canarinha en semifinales y en el choque por el tercer lugar, la moral de los brasileños estaba por el suelo. Si a eso se le hubiese aunado una victoria Argentina, la Copa del Mundo en lo deportivo y emocional hubiese sido un desastre.

No obstante, nada de eso ocurrió. Pese a que la final la jugaron alemanes y argentinos en el engramado del Maracaná, Alemania no tuvo oposición alguna en las gradas y en la calle, mientras que La Albiceleste y sus seguidores no sólo peleaban el campeonato contra los teutones sino contra los brasileños. 

Un ambiente que ya se veía venir no sólo por la histórica rivalidad suramericana, ya que los medios de comunicación de ambos países también echaron leña al fuego y en las calles de Brasil los rioplatenses no paraban de cantar un tema que no le agradó a los locales. 

La canción, no podía ser otra que el hit del Mundial: ““Brasil, decime qué se siente / tener en casa a tu papá / Te juro, que aunque pasen los años / nunca nos vamos a olvidar / Que el Diego te gambeteó / que Cani te vacunó / que estás llorando desde Italia hasta hoy / A Messi lo vas a ver / la Copa nos va a traer / Maradona es más grande que Pelé”.

En las calles de Copacabana los argentinos repetían la misma canción hasta la saciedad, alentaban a Messi y contaban los números del uno al siete para recordarle a los verde y amarillo la tunda que le dieron los alemanes. Pero los brasileños reaccionaron y disfrutaron de un cadáver exquisito con el tetracampeonato germánico.

En cambio, los alemanes estaban tranquilos y en ningún momento se despeinaron. El único instante de exaltación fue cuando Götze liquidó a los albicelestes. Del resto, ni se sentían. Lo contrario se dio con una cantidad ingente de brasileños que se disfrazaron de alemanes para adversar a los argentinos y su respuesta al cántico del rezaba que Pelé había anotado mil goles y Maradona era un cocainómano.

Un cántico que excede lo deportivo y pone en entredicho a la sociedad brasileña y al propio Pelé, pues demuestra una carga bastante fuerte de doble moral, ya que mientras acusan a Maradona de cocainómano por las cosas que hizo en su vida personal, un hijo de Pelé acaba de ser sentenciado a 30 años de prisión por narcotraficante.

Así que la fricción entre argentinos y brasileños se tornó en niveles que excedían las bromas típicas del fútbol y se transformaban en intercambios más ofensivos. No obstante, tras el pitazo final y la coronación alemana, en la afamada Copacabana se produjeron varias estampidas y algunas peleas. 

Dichas golpizas no fueron entre alemanes y argentinos, fueron entre brasileños y argentinos. La razón es que con la derrota los albicelestes, alicaídos y con lágrimas en sus ojos mientras abandonaban Copacabana, eran provocados por los brasileños, quienes exaltan a Pelé, se mantenían señalado a Maradona como cocainómano y respondieron al hit albiceleste con: “Y ahora qué se siente ser subcampeón”.

Pero el problema es que las palabras no iban en son de broma, eran gritos pesados y pasados de tono. Una situación que aunada al consumo de alcohol, la fuerte presencia de argentinos en Brasil y la sensibilidad de los subcampeones,  sirvió de caldo de cultivo para que se presentaran esos problemas.

Menos mal que la chispa no se convirtió en candelero y todo quedó en escaramuzas, pues no era lo justo para un Mundial que resultó ser un éxito en la calle y en lo deportivo. Una Copa del Mundo con sorpresas y que terminó de romper un mito en su último juego. Se derrumbó aquello de que selecciones europeas no ganan en América, ya que Alemania ser convirtió en la primera en salir campeona por estas tierras.