La demostración de que hay un plan de asesinatos mediáticos como
arma política es que los periódicos tradicionales ignoran o se hacen los tontos
ante esta conspiración. Reseñan los crímenes, cómo no, porque se trata
precisamente de aterrorizar, pero el rigor llega hasta allí.
¿Cómo es que los
periodistas no investigan las motivaciones de esos asesinatos en los que unas
personas están en una esquina y llegan unos motorizados rociando balas? Obvio:
investigarlo implica llegar a conclusiones delatoras.
Al llamado periodismo
de sucesos siempre le ha interesado (apartando el amarillismo) definir el móvil
de un asesinato, es decir, aproximarse a la hipótesis. Todo asesinato que la
prensa informa debe llevar ese compuesto, aunque sea inventado, al estilo de
“la policía no descarta” tal cosa.
Más allá, es tradición
del periodismo policial venezolano que los casos sean aglomerados. Por ejemplo:
hasta el 30 de junio de este año han matado a no sé cuántos policías, o militares,
o peluqueros, o cocineros, motorizados, etcétera. Pero estos crímenes sin
motivaciones evidentes no interesan a los periodistas. Sólo el primer día, para
inocular la paranoia. Alcanzado este objetivo en cierta lectoría, se olvidan
del fenómeno.
A los periodistas
policiales de esta época no les pica la curiosidad la alta incidencia de
crímenes alegres. No se hacen trabajos de investigación, no se ahonda. Chico, y
tan bueno que es el periodismo de investigación en Venezuela. Un detective, al
voleo, diría que esta ausencia compromete al periodismo de sucesos en calidad
de cómplice necesario. Todo lo anteriormente afirmado, es presuntamente. No
vaya a ser.
El periodismo amarillo
de ahora, como quien no quiere la cosa, también se esfuerza por intentar hacer
creer que los homicidios son cosas de ahora, que antes de Chávez eso no se
veía, que es una leyenda urbana eso de que en los años grises cada rato se
mataba a las personas para despojarlas de sus zapatos.
Otro clásico del
periodismo policial es tergiversar el sentimiento de abatimiento de los
familiares de las víctimas fatales. ¿Verdad que en este país la inseguridad nos
tiene liquidados? Una pregunta inoportuna para casi siempre cerrar las notas
diciendo que el declarante se quejó de
las políticas del Gobierno contra la delincuencia.