martes, diciembre 08, 2009

De yuppies y barraganas estamos llenos

Este asunto de los bancos intervenidos es un descalabro, pero para los grupos económicos que hacían surgido vertiginosamente al amparo de corrientes políticas (propias y extrañas), muchas evidentes, como la de Pedro Torres Ciliberto, de quien no hay que ser detective para saber que hacía las veces de testaferro.

Pero testaferros hay muchos, y conforme el Presidente avance en la investigación irá descubriendo nombres, y ojalá que también los venezolanos los descubramos.

Sin buscar mucho, ¿de quiénes eran testaferros la parranda de yuppies que saltaron enredados con el sonado caso del maletín de Antonini? ¿Cómo pudieron Carlos Kauffman, Moisés Maionica y Franklin Duran acumular tanta riqueza por esfuerzo propio? ¿Cuál es el método?

Estos muchachones, además, resultaron ser los mismos que habían comprado en cinco lochas un edificio anexo al Ministerio de Finanzas que tres días después le vendieron en millones de dólares al por entonces ministro Tobías Nóbrega?

Pero hay yuppies en escalas. Hay tipos a los que uno conoció comiéndose el último trocito de un cable y ahora le enrostran a uno riquezas medias sin el menor rubor. Gente además que alguna vez anduvo en el desvarío político.

Yo sé de uno que se prestó para jugar a testaferro del presidente de una institución del Estado, desde la cual esta caballero supo trepar hasta ordenar la contratación de una ficha suya en la dirección de prensa, plataforma desde la que se inventó un “plan de medios” costosísimo por el que supo cobrar su 20 por ciento. Ahora anda muy orondo colmado de lujos.

Conozco otro que ha empleado todo su talento en atornillarse en un cargo con tal de preservar el poder que le permite tener a turnos su barragana, fenómeno aborrecido en la cuarta, pero muy en boga en la quinta. Nos lo calamos como cosa natural. Hasta eso hemos llegado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En honor a la verdad, la compra del edificio Norte del MPPEF, antiguo Citibank no fue "por cuatro lochas"; quienes compraron lo hicieron por varios millones de dólares y pagaron de contado. Luego ofrecieron en venta el edificio al Ministerio y aceptaron el pago en bonos del Estado, pagaderos en cutro años y que en ese monento apenas valían 50%, la mitad, en el mercado. Al llevar el valor futuro de esos bonos al valor presente de la fecha de la compra, el monto era casi similar al precio original de compra del edificio, apenas Bs. 300 millones de diferencia. Ese caso fue investigado por la Comisión Permanente de Contraloría de la Asamblea Nacional y por la CGR, y ambos entes de control concluyeron en que no hay ilegalidad alguna. Para quien alega que en el centro de Caracas había otros edificios con precio por metro cuadrado algo inferior, debe tener en cuenta que para el MPPEF tener el edificio al lado de su edficio sede, conectados ambos y ccompartiendo estacionamiento; representa un valor insustituible que compensa el pequeño diferencial de precio.