miércoles, septiembre 30, 2009

Cama y mesa


Seguramente que Fernandito Villalona forma parte del acervo personal de cada uno de ustedes. Al menos mi memoria colapsa de recuerdos con las canciones de este caballero, una potente leyenda musical que iluminó los desconcertados años de la Generación 90, de la que posiblemente yo formé parte pero echadito hacia la esquina, más bien en contra de mi voluntad (un perfecto renegado).

Para las perspectivas pueblerinas, Villalona venía a ser algo así como la lejana luz de un barco que se acerca parsimoniosamente y que se detecta en la noche desde el muelle de una pequeña comunidad perdida en los confines de un país abatido, es decir, una novedad rara pero anhelada, un tema bien sabroso de conversación desprendido de lo incierto, un orgullo injustificado, el titular de primera a falta de mejores acontecimientos. Porque Fernandito ni siquiera era que hacía poesía, sino filosofía, sobre todo para quienes teníamos la angustiante afición de problematizar las cosas más sencillas de la vida, como ir a bailar –o a hacer las veces- a la discoteca Los Gallegos de Valle de La Pascua, de donde Ramón Blanco y este servidor se largaban ofendidos a plena madrugada porque el disc jockey incurría en la sensatez de hacer rodar el acetato que contenía el tema “Amaneciendo”, lo que quiere decir que nos proclamábamos propietarios municipales de Fernandito Villalona. Era una manera de drenar la irreverencia con la que empezábamos a curtirnos, claro, pero eso lo sé ahora.

Nosotros entendíamos que se escuchara a Wilfredo Vargas, porque era cosa del vulgo –cuán equivocados por tantos años, Dios mío, cómo no entender entonces que El jardinero iba a ser un mito milenario-, pero Villalona estaba en un templo, era nuestra religión y como tal le teníamos su altar con sus velones encendidos. Era algo que irremediablemente habría de quedarse para siempre en nuestras vidas.

Cuántas tertulias madrugadoras, cuántas clases echadas por la borda, cuántas incendiarias discusiones con Henry Arteaga –un vallemetío que recaló desde Barquisimeto con los primeros long play de Villalona-, cuántas novias inasibles, cuántos besos perdidos por no saber decir te necesito, cuánta tristeza añejada, cuánta vida estropeada, cuánto talento sin florecer, cuánta pobreza sonrojada, cuántos aguaceros de ilusiones, cuántos llantos comprimidos, cuántos odios macerados, cuánto malditismo derramado, cuánta voluntad para que tener que entender al mundo por ultraje, cuánta buena voluntad con los iguales, cuánto estímulo por inyección propia y cuánto egoísmo inoculado por la atmósfera.

Todo ese verguero se me ha venido encima recientemente cuando en el bulevar de Sabana Grande he detectado parado tomándose una cerveza al mismísimo Fernandito Villalona.

Instintivamente no hice sino llamar a Ramón, quien garantizado de que yo me le acercaría, me imploró que le introdujera una sonda a los latidos de su corazón para extraer elementos con los que en una próxima congregación analizar, en retrospectiva, qué había detrás de los temas “Cama y mesa” y “Seré”.

Hice el recorrido, que tuvo tantos atajos como quepan en seis cervezas, y que oportunamente estaré transmitiendo por este mismo canal en día y hora indescifrables.


Posteadito: ¿Alguien sabe dónde conseguir confiables dólares del mercado intangible? Lamento este feo, pero tengo una urgencia familiar que desde luego no aspiro ni tengo tiempo de resolver vía Cadivi, y nunca como ahora me vendría bien una buena amistad. Senqiuverimucho.

Enriquecida por El Caracazo


Por cuenta de El Caracazo, Liliana Ortega y Cofavic (es la misma cosa, esta dama se adueñó de lo que nació como una genuina trinchera de lucha popular) reciben subvención de al menos 30 poderosas instituciones mundiales, entre las que se cuentan, faltaba más, la embajada de Estados Unidos, ONU, USAID y la Fundación Konrad Adenauer, etcétera largo. Pero usted se mete en la página de Cofavic (cofavic.org.ve) y le salen con la trampa de que la sección donde debe informar de su financiamiento está en construcción.

Es tan boyante la cuenta bancaria de Cofavic, que todos sus trabajadores, desde el más humilde hasta su directora ejecutiva (Liliana Ortega) y su presidenta Hilda Páez ¡ganan sus salarios en dólares!

La señora Ortega es la directora ejecutiva de Cofavic, y es la vocera , pero para barnizar de popular a su ONG puso como presidenta a la señora Hilda Páez, madre de un joven asesinado en El Caracazo. Ortega le tiene montada una custodia personal para asegurase de que no tenga acercamiento con los movimientos populares de Petare, donde vive la señora Páez (su hijo fue asesinado en el barrio Maca).

A las multimillonarias corporaciones que la financian, Ortega le rinde cuentas con informes constituidos exclusivamente por recortes de prensa de El Nacional y El Universal. Donde estos medios dicen que hay ejecuciones extrajudiciales, ella manda a una periodista para que recabe notas de prensa locales y así arma cuadernos que entrega a sus asalariantes.

Estuvo años acorralada por los adecos y copeyanos que no reconocieron los crímenes de El Caracazo, pero la Revolución los reconoció y los indemnizó, y ella se quedó sin alegato y se refugió en el arte de crear intrigas entre los familiares de las víctimas para que exijan el dinero de la indemnización, para que se echen cuchillo entre ellos.

El pueblo de Venezuela, en la memoria de los caídos durante El Caracazo, debería auditar la propiedad y las cuentas de Cofavic. Nos quedaríamos locos con los resultados.

lunes, septiembre 14, 2009

La América en punto de inflexión


Al cabo de una vertiginosa década de renovación política, la América inicia un nuevo punto de inflexión. Comienza el venidero 25 de octubre con las presidenciales en Uruguay, donde el Frente Amplio se proyecta a retener el poder, sólo que transfiriéndolo de un tibio Tabaré Vázquez a un candente Pepe Mujica. Continúa en diciembre de este año con la cantada victoria de Evo en Bolivia.

Pero las relaciones de poder se pondrán a prueba este mismo diciembre en Chile, donde por primera vez –post dictadura- el anquilosado Partido Socialista y la Concertación cederán el poder, bien a Sebastián Piñera, con lo cual el imperio buscará abiertamente imbricarlo con Bogotá, o al joven senador disidente Marco Enríquez-Ominami, que ha sostenido posiciones cercanas al ALBA.

En 2010 toca a Colombia, pero no es la misma situación de 2006, porque Uribe está desgastado y eso lo aquilatan bien las fuerzas imperiales, que si deciden jugar con Santos, quizá cometan un error histórico, pues el Santos guerrerista y racista es el adversario soñado para la izquierda, cuyo chance estribaría en Gustavo Petro y mucho más todavía en Piedad Córdoba.

Brasil vota en 2010, y no es tan seguro que el PT gane (por el exceso romanticismo de Lula), aunque su eventual derrota no será facturada por la reacción, sino por el Partido Comunista.

En 2011 se elige en México y Perú, pero ambos resultados serán directamente proporcionales a lo que haya ocurrido en Colombia y en las parlamentarias venezolanas de 2010, donde el proceso revolucionario y sus vástagos continentales tendrán su personal punto de inflexión.