martes, agosto 21, 2007

“…puede ser reelegido o reelegida de inmediato para un nuevo período…"

La propuesta de modificación (me llama la atención que en el enunciado se use el verbo modificar en lugar de reformar) del artículo constitucional 230 de Hugo Chávez reza textualmente como sigue:
"El período presidencial es de siete años. El Presidente o Presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida de inmediato para un nuevo período".
Como extrañamente Chávez no se detuvo a discernir largamente sobre este punto el día que lo expuso ante la Asamblea Nacional, yo deduje que había dado una voltereta a la idea de continuidad y que había puesto fecha a su salida de Miraflores. Pensé que había desistido, por ahora, de anclarse en Palacio hasta 2021. El tibio tratamiento que los medios dieron al asunto, me confirmó la impresión, según la cual ya no podría volver a lanzarse, bien acuñó dos años de gracia (al llevar el coroto de 6 a 7 años).

Entonces este viernes pasado meridiano entablo contacto con un pana muy revolucionario y muy aventado analista y entendedor de los avatares políticos, y me descoloca con la afirmación de que él entendió que sí, que la vaina va hasta el 2021 al menos, porque para esa fecha Chávez será apenas un vástago de 67 años.
La escribo a una amiga que está de frente trabajando en un batallón del PSUV y que ama a Chávez, y me dice que ella la expresión "un nuevo período" implica consecutividad. Le formo un peo y le digo que espante el bruto, que eso no es lo que quiere decir el artículo propuesto, y ella revisa aquí y acullá y me devuelve la respuesta de que aquiete el pensamiento y entienda algo que está muy claro de entender: Chávez podrá lanzarse consecutivamente sin más oponente que sus propias ganas. Enfurecido le digo que se vaya pal coño.

Por chat capto a una amiga chilena avispada como la que más y le pregunto que qué entendió ella. Me contesta que, disimuladamente, el tipo planteó la reelección continua, y hace un corte y pega del pedacito que me envía: "…puede ser reelegido o reelegida de inmediato para un nuevo período".

Lo escueto del artículo y la ausencia de la justificación, además de la falta de explicación del propio Chávez, mucho me temo que dejó una gran confusión. Urge una explicación.


EXTRAS

Armisticio. Me atrajo la atención que una vez que Chávez terminó la presentación de su propuesta de reforma, entre el enjambre de gente que se le acercó mientras descendía del palco de oradores el más afanado era Ismael García, quien tuvo éxito en la incursión a codazos y logró cruzar un saludo con Chávez, a quien se le observó benévolo en la actitud, e incluso se percibió un saludo entre hermanos. García estaba emocionado, demostración de su misma queja según la cual se les estaba haciendo imposible el acceso a Chávez.

¿Celebraba de este modo García el hecho de que Chávez se hubiera replegado en su pretensión de la reelección continua exclusiva para él y no para gente como Ramón Martínez y Didalco Bolívar?

Antes de que se presentara la propuesta de sólo para el Presidente, la diputada Cilia Flores y su colega Carlos Escarrá, ambos de la comisión presidencial para la reforma, habían planteado que no se justificaba que los gobernadores fuesen reelectos continuamente, idea que de inmediato fue secundada por un gentío del chavismo. Después, el propio Chávez sostuvo la misma idea, sustentada, básicamente, en que había gobernadores que hacían de sus parcelas regionales pequeños países.

Omitida esta pretensión sempiterna, pues PODEMOS como que no tiene problemas en ponerle el hombro a la reforma, y esto parece haber quedado patente con ese acercamiento tumultuario de su Secretario General, quien anunció posición del partido para este lunes. Ya durante la exposición, Chávez había hecho un pequeño flirteo el dirigirse a García: "Tú, Ismael, que eres de La Victoria". De modo que anunciamos que PODEMOS dirá que la reforma no le parece ni mala y que, bien vista, van a votar por ella.

PODEMOS, como se sabe, había sostenido posiciones beligerantes con respecto a Chávez. Sus 700 mil votos obtenidos en diciembre pasado, parecieran no ser determinantes a la vista de los números generales, pero al calor de una confrontación electoral que se proyecta para diciembre, la trinchera "izquierdista" de PODEMOS podía ser usada como bastión oportunista de una derecha cada vez más acéfala. Los liderazgos de Didalco Bolívar y Ramón Martínez, aunados al de Manuel Rosales, no son exactamente conchas de ajo. La diferencia porcentual en diciembre fue de 13% a favor de Chávez (63% de los votos). Con sus 700 mil votos, PODEMOS llevó al molino aproximadamente un 10%, es decir, aproximadamente 13%. Si a esta fuerza se le agregaban las de PPT y PCV, que con menor intención han venido pulseando con Chávez por la unilateralidad del PSUV, la ventaja obtenida en diciembre se derrumbaba por debajo del 50%, y con ella todo. Todo este escenario de diciembre, sin un partido formado, pues el PSUV todavía gatea. Es decir, el análisis para diciembre con PODEMOS en la acera de enfrente (y con la tropa de García probablemente también la de Albornoz y Oscar Figuera), era realmente incierto. Era una batalla no garantizada. ¿Estoy diciendo que PODEMOS tenía amarrado a Chávez? No. Estoy diciendo que PODEMOS tiene al menos dos gobernaciones más la de Zulia, más toda la plata de la oligarquía, que ha triplicado ganancias en estos tiempos de bonanzas. No es que García ni Didalco ni Martínez sean unos cerebros, sino que las circunstancias políticas estaban esta vez de aquel lado. Así que Chávez no ha hecho más que aplicar la sapiencia política del pragmatismo. Desarticulado PODEMOS (y PPT y PCV), desarticulada la reacción, que perdió los primeros meses del años echándole carbón a la chimenea de conformar un bloque barnizado de izquierda. Es un detalle pendejísimo a los efectos de esta elucubración, pero hace menos de un mes que el flamante PODEMOS fue admitido como miembro de la Internacional Socialista. Y la propuesta de Chávez, sin propiciar el debate previo en torno a ello y sin que el historicismo escuálido haya hecho punto en ello, propone un Manifiesto Socialista.

Se me antoja, entonces, que la retirada presidencial es el planteamiento de un armisticio que, en todo caso, le deja a Chávez el mango del sartén, pues las novísimas figuras de las Vicepresidencias sirven para obliterar a quienes se pretendan reyezuelos regionales.

Yo soy trokista. Numerosas veces ha cuestionado Chávez la partidización de los Ministerios. La queja siembre iba con piquetes al PPT, organización experta en poblar los espacios políticos que les asignaban. Se quejaba el Presidente de que así se perdía la cosmovisión del proceso y se respondía, más bien, a la ideología de las respectivas organizaciones. ¿Un Ministerio para PPT? Batallones de pepetecos que ingresan a las nóminas. Sumido en ese reclamo presidencial, puesto que efectivamente la observación siempre lució pertinente, me golpea la invitación que hace el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social para este lunes 20 de agosto en la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, a la conmemoración del 68 aniversario de la muerte de León Trotsky. Veo la vaina en Aporrea, y de inmediato se dispara el automático a una noche del diciembre pasado cuando Chávez llamó a unos de los programas de nocturnos de opinión de VTV, donde contó que cuando llamó a José Ramón Rivero para que aceptara el Ministerio del Trabajo. Antes de dar así, Rivero quiso hacerle una aclaratoria a Chávez: "Pero, mire, Presidente, antes de que le vayan a ir con chismes, tengo que decirle una cosa: yo soy trotskista". Chávez le dijo poco más o menos: Gran gueboná. ¿Entonces Rivero ordena gastar esos reales porque es una política estratégica del Ministerio o porque él es trokista y viva Trotsky? Si es capaz de semejante abuso, ¿estará minado el Ministerio de troskos? Quizá no sea intencional (lo cual hasta peor pueda que sea), pero hacer ese evento en nombre del Ministerio (usar los recursos de todos para eso), deja en evidencia una actitud reyezuela de Rivero. A menos que todos los años el Ministerio celebre a Trotsky, eventualidad ante la que me tragaría mi crítica, por muy constructiva que sea.

CUEVA DIGITAL. Dadas algunas inconsistencias de allá y de acá con relación a los comentarios hechos por esta vía, hemos consensuado la decisión de alojar todos los escritos anteriores y sucesivos en la dirección digital: subcomandantebolivar.blogspot.com

martes, agosto 14, 2007

Bang bang

En Venezuela somos pacifistas, pero no desarmados. En Estados Unidos es fácil comprar un arma de fuego, cualquiera puede comprarla; en Venezuela es una golilla adquirirla, cualquiera la tiene.

En Estados Unidos revientan con escandalosa frecuencia matazones en colegios o lugares públicos y cuyos responsables pudieron comprar el pistolón con la misma facilidad con que se compra una hamburguesa. Al día siguiente se olvida.

En Venezuela, los fines de semana la morgue se llena o colapsa por el ingreso de víctimas del plomo, cuyos victimarios andan por las barriadas dotados de los cañones de última tecnología. Al día siguiente hay nuevos titulares.

En Estados Unidos se puede comprar un arma de fuego a domicilio, y Michael Moore denuncia que gente de mucho poder, los Bush vayan adelante, están detrás de esa facilidad de mercado.

En Venezuela… ¿quién se beneficia con la libre venta de armas de fuegos? ¿Por qué nadie, absolutamente nadie, ni la iglesia, plantea, sugiere o comenta sobre la incidencia de las arma de fuego en los índices de criminalidad? ¿Que de cajón que la incidencia es alta? Ah, bueno.

Si somos pacifistas hasta el miedo, ¿por qué no prohibimos el porte de armas de fuego en la población civil? ¿Por qué el Código Orgánico Procesal Penal (COPP) no es mucho más severo con el porte ilícito de arma de fuego? Mejor, ¿por qué todo porte no es ilícito? ¿Qué gana el país permitiendo la libre venta de armas de fuego?

Si el argumento es que la gente compra el arma para defenderse, ¿cuántos homicidios han dejado de producirse porque un arma de fuego lo haya frustrado? A menos que de verdad la mejor defensa sea el ataque, o que la guerra sea la paz del futuro.

¿Qué pasaría, cuál sería el estremecimiento de la opinión pública nacional si el Gobierno llega y prohibe la venta de armas de fuego a civiles y reforma el COPP para que el porte de arma de fuego sea penalizado severamente?

Digo, ya yo perdí toda esperanza con Pedro Carreño, quien se redujo a sí mismo a la categoría de caricatura que todos los lunes hace esfuerzos ingentes por leer un libreto, a través del cual intenta malabarismos estadísticos que no se corresponden al tráfico de familiares de tiroteados en la morgue.

No observo, como quien dice, que el problema de los homicidios en las barriadas esté siendo abordado. Allí no hay esperanzas a la vista, pa qué decir otra cosa.

No veo, que la crisis carcelaria haya sido abordada. No puede concebirse que una Revolución tenga las prisiones que tiene Venezuela.

Tampoco veo la lucecita al final del túnel que indique que la impunidad esté siendo abordada, ni siquiera determinada. La Fiscalía que nos gastamos no merece sino lo que antes se decía del fútbol vinotinto: dejarla morir y ligar a ver si nace una nueva. Y los tribunales… bueno, mejor me callo.

EXTRAS
WILLIAN LARA BENEFACTOR. El fin de semana pasado el ministro Willian Lara (¿o el ciudadano Willian Lara?) estuvo en la ciudad guariqueña de Valle de La Pascua, que es vecina de su natal El Socorro. No hubo convocatoria de medios, fue prácticamente una incursión sigilosa, como ya lo había sido la visita a Altagracia de Orituco para conocer la casa de la Madre Candelaria, monja guariqueña recientemente beatificada por el Vaticano. Un poco antes, Lara había estado en San Juan de Los Morros, capital del estado Guárico, donde hizo su inscripción de aspirante al PSUV. ¿El motivo de estadía de sábado y domingo en Valle de La Pascua? En su rol de benefactor, ¡Lara estuvo regalando sillas de ruedas en el parque ferial de la ciudad! Nada se puede decir contra ese gesto de ayudar a los demás, a los desvalidos… pero cómo nos recuerda ese gesto a las prácticas adecocopeyanas. Ojalá que el ministro de Comunicación e Información eche una batida por las ciudades guariqueñas inspeccionando cómo están funcionando las radios comunitarias. Así despejará toda duda de que está jugando posición adelantada o haciendo abuso del cargo (de poder) en sus supuestas aspiraciones a hacerse de la Gobernación de Guárico.

LUIS GUILLERMO GARCÍA EN URUGUAY . Me entero esta semana de que el nuevo embajador de Venezuela en Uruguay es el periodista Luis Guillermo García. Desconcierto. Qué dios nos agarre confesados. Menos mal que el gobierno uruguayo no es que sea un aliado así que digamos qué bruto, pero al menos mantiene relaciones cordiales con el gobierno bolivariano. En fin, el embajador al menos tendrá oportunidad de hacer su post grado en egolatría. Quizá se busque de tutor a Walter Martínez, originario del Uruguay y honoris causa en estos menesteres del amor propio.

EL PODER MORAL SE DESHACE . Clodobaldo Russián que mete el codo para decir que la Fiscalía no investiga la corrupción, e Isaías Rodríguez que devuelve el pajazo acusando en la AN que ha pedido a la Contraloría General comprobación de la Declaración Jurada de Patrimonio de 20 altos funcionarios y que sólo le han llegado cinco. Cómo se nota que están por renovarse en la AN los cargos del Poder Moral. Pronostico que este fin de semana o la semana que viene Germán Mundaraín tratará de pescar en río revuelto buscando colarse hasta el cargo que este año ¿dejará? Isaías Rodríguez. Mundaraín dirá que efectivamente la corrupción es un cáncer de nuestro país. Así buscará su pase a la evaluación curricular que se hará en la AN para el cargo de Fiscal General, o al menos al de la renovación de su puesto.

Pastillas para el dolor de Baduel

El domingo pasado Hugo Chávez se permitió evocar que por allá en el año 78 él fue miembro clandestino del Comité Central de PRV-Ruptura. Era una inusual admisión sobre un tema que jamás había sido expuesto por el Presidente, que fue más allá y prácticamente echó el cuento completo: saludos y honores para Francisco Prada Barazarte, El Flaco (también el comandante Arauca), quien se encuentra delicado de salud; que se acordaba cuando clandestinamente (en su condición de uniformado) asistía a las reuniones del partido, algunas en Trujillo; que por aquel entonces Douglas Bravo le prestó un libro en el que se exponía la tesis petrolera del PRV y que nunca se le devolvió por los avatares de la historia, pero que en estos días había aparecido en una caja; que en ese libro aparecido en ese caja, efectivamente el PRV planteaba el petróleo socialista como palanca del desarrollo del país. Entonces desde el pasado domingo se la agregó la palabra socialista al proyecto que ahora se llama Faja Socialista Petrolífera.

Antes del domingo, que alguien me diga en qué otra ocasión Chávez se había dirigido tan amistosamente a Douglas Bravo y siquiera al PRV. De hecho, ¿en qué otra ocasión Bravo y PRV habían sido acaso mencionados públicamente por Chávez?

Como todos sabemos, el movimiento bolivariano incubado en los cuarteles venezolanos también tuvo participación civil, uno de cuyos artífices es precisamente Douglas Bravo, creedor de la tesis de los años 50 del Partido Comunista, según la cual la infiltración de la Fuerza Armada permitiría la asunción al poder a la vuelta de los años, cuando los mangos hubieran madurado. Los comunistas se quedaron en la sola idea, como les es característico, pero Bravo la retomó entre finales de los 60 y principios de los 70, una vez desmovilizada casi toda la guerrilla, excepto él, que dejó las montañas creo que ¡en el 83!

Muchos testimonios, se incluyen el de Arias Cárdenas, William Izarra, y un montón de gente que accedió a colaborar con Alberto Garrido en ese esclarecedor libro que tiene el tentador nombre de "La historia secreta de la Revolución Bolivariana", sostienen que mientras se afinaban los detalles del intento de asalto al poder, al menos dos liderazgos estaban en disputa: Chávez, que a su vez había hecho desistir a la corriente de Arias, y Bravo, que por los civiles era el líder indiscutible. Dado el ascendente y carisma de Chávez sobre los cuarteles, terminó siendo reconocido como el jefe del movimiento cívico-militar.

Sin embargo, ya dando un salto, una vez que Chávez asciende al poder en 1998, se produce una fractura más abierta entre él y Bravo, quien desde entonces se convirtió en opositor.

Pero, ojo, no un opositor a la usanza de los opositores desargumentados globofílicos, faltaba más. Bravo se centró hasta el sol de hoy en criticar la gestión de Chávez en materia petrolera, la cual califica de capitalista. Bravo, todo hay que decirlo, se dedicó durante décadas junto a entrañable Alí Rodríguez a estudiar con tal tesón el tema petrolero, que difícilmente haya en este país y en cualquier otro unos ciudadanos tan expertos y conscientes del tema. ¿A qué entonces ese saludo y ese recuerdo de hermanos, sin ungüento que ayude a soportarlo? ¿Cómo es eso que la tesis petrolero del viejo amigo ahora es la súbita panacea? ¿Qué es lo que había pasado?

Había pasado Baduel una semana atrás. El discurso de Baduel fue el que desempolvó el libro petrolero del PRV, fue Baduel quien sin discutirlo con él hizo saberle a Chávez que se desplazaba como un campeón por un callejón sin salida. El discurso de Baduel al entregar el Ministerio de la Defensa, le significó a Chávez un gancho directo al hígado. O si se quiere: lo despertó del ensueño. Tanto, que el Presidente se sacó los efectos de la medicina dando un salto hacia adelante y ensalzó el discurso y lo mandó a publicar, sin que hasta ahora se haya publicado.

¿Y qué fue lo que dijo Baduel? Bueno, reclamó cosas que uno no reclama cuando no hay necesidad porque están satisfechas. Por ejemplo, nadie se mete un discurso sobre la necesidad de atacar a la delincuencia en una sociedad donde la delincuencia está reducida a su mínima expresión. Nadie dice que ojalá que el desempleo se reduzca en un país donde casi todo el mundo tiene su chamba. Es decir, a nadie se la hace la extremaunción si es que de verdad no se está muriendo.

En este sentido, Baduel dijo cosas tales como:

A) "Hay que admitir que este modelo teórico (Socialismo del Siglo XXI) hasta los momentos, ni existe ni ha sido formulado y estimo que mientras esto no sea así, persistirá la incertidumbre en algunos de nuestros grupos sociales".
Esos grupos sociales son la oposición. Baduel está diciendo que esa abstracción del Socialismo del Siglo XXI (que ni Heinz Dietirich ha logrado esclarecer), por ser precisamente una indefinición (incertidumbre), está produciendo los efectos de un dogma. Será por eso que la intelectualidad bobalicona o pelele y medradora del chavismo no teoriza sobre el Socialismo del Siglo XXI. Es que ni discute.

B) "Como he dicho en otro lado, debemos 'inventar' el Socialismo del Siglo XXI sí, pero no de manera desordenada y caótica, sino valiéndonos de las herramientas y el marco de referencia que nos da la ciencia…".
¿Cómo he dicho en otro lado? ¿En privado a Chávez? Por lo demás, si Baduel dice que la cosa no debe ser caótica y desordenada, está reclamando que la vaina va caótica y desordenada.

C) Según Baduel, el 27 de marzo de 2005 Chávez dijo que el socialismo de Venezuela "se construirá en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels". Entonces Baduel agrega: "Si la base para la construcción del Socialismo del Siglo XXI es una teoría científica de la talla de Marx y Engels, lo que construyamos sobre ella no puede serlo menos, so pena de que la estructura construida no pase a ser más que una humilde choza, levantada sobre los cimientos de un rascacielos". Es decir: el marxismo es a la Revolución Bolivariana lo que el camisón para Petra: mucho.

D) "..el peligro de cometer los errores del Partido Comunista de la Unión Soviética, el cual se convirtió en una organización que sustituyó y desplazó a la sociedad y que al final terminó siendo manejada por el Comité Central del partido". Sin comentarios.

E) "En este aspecto considero que sí deberíamos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con división de poderes es solamente un instrumento de dominación burguesa". Epa, Baduel, ¿es que acaso aquí no hay división de poderes que usted mete esa queja? ¿Cuál es la pertinencia de su observación?

F) "Los errores económicos de estos países del socialismo real como la URSS, incluyen la insuficiente generación de riqueza, ya que a pesar de haber logrado una industrialización acelerada, de tener una economía centralmente planificada y de planes quinquenales, la economía soviética no pudo ser rentable, no pudo generar la riqueza necesaria para mantener confortablemente a su pueblo. Una de las grandes paradojas y contradicciones de la economía soviética se refleja en el hecho de que esta nación llegó a depender de las importaciones de trigo, precisamente provenientes de su archienemigo durante la Guerra Fría". Para poder alimentar al pueblo venezolano, Chávez envía a Estados Unidos casi todo el petróleo venezolano. No hay diferencias, lo que importa es la relación de dependencia (si tuviera otro comprador, hace rato que hubiera cambiado de ruta). Le estamos entregando a nuestro archienemigo la materia prima que le puede servir para aplastarnos, y que si bien nos los paga a precios razonables, Baduel no observa por ningún lado que esos reales incidan en la construcción de un sistema de producción económica.


G) "Un país puede cometer el error de nominalmente llamarse socialista y en realidad practicar un capitalismo de Estado… La política de nacionalización total de todas las empresas agrícolas, industriales y comerciales crea entre el gobierno y la población graves malentendidos y un descontento que desembocan en la anarquía, el hambre y la rebelión anticomunista". La principal característica de un capitalista es la obtención de la renta (es decir, no es consecuencia de un trabajo). Bueno, nuestro sistema económico actual se fundamenta en el rentismo petrolero.

H) ".. no se pueden implantar cambios bruscos en el sistema económico, es decir la abolición a rajatabla de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción de bienes y servicios y sin que esto repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que cancomitantemente se genere un descontento generalizado en la población". Me llama la atención la expresión "socialización brutal" y la insistencia en la otra expresión "descontento generalizado". Generalizado supone a la mayoría, supone al chavismo.

I) "El modelo socialista que desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el camino socialista hacia la producción y generación de riqueza primero y luego permita un reparto equitativo de la misma entre quienes la generaron… Para que el modelo socialista que nos planteemos tenga éxito, este debe encontrar las maneras de hacernos a los venezolanos más productivo". Subrayado nuestro. Tampoco somos lo suficientemente productivos según Baduel, a quien, sin embargo, le agrada la premisa marxista según la cual "a cada quien según su capacidad y cada quien según su necesidad".

J) "En vez de enseñarles a los venezolanos cómo generar riquezas a través del trabajo y el esfuerzo (refiriéndose a los gobiernos de la cuarta), se les enseñó a pedirle ayuda al gobierno de turno. Cuando el boom petrolero terminó, el Estado se encontró súbitamente sin los fondos para continuar subsidiando la economía nacional". Vaya, García, y lleve este mensaje. "Necesitamos aprender de los errores cometidos durante las últimas cuatro décadas y evitar repetirlos". Un momentico, Baduel, no compare que ofende.

K) "Para poder conseguir la meta de generar riqueza de manera diferente al modelo capitalista (no rentista), nuestro socialismo debe 'hacer pueblo". Coño, esa sí que me dolió: no tenemos pueblo. ¿Qué será lo que tenemos? Ummm.

El discurso de Baduel y la consecuencia de poner a Chávez a curucutear cajas para entonces darle la razón a Douglas Bravo, revelan que, ciertamente, el Presidente está aislado. Que esta también haya sido la única manera que encontró Baduel para aconsejarlo, también confirma que Chávez sólo escucha a Fidel Castro.



EXTRA:
Es lunes de mediodía y la bellísima Nelly Areán Sosa lee las noticias en Venezolana de Televisión. Entonces informa que Venezuela tuvo una gran participación en los Juegos Panamericanos de Río, pues quedamos por encima de 34 países de los 42 que estuvieron en Río. Romero Anselmi nos quiere saber estúpidos.

Partida de nacimiento

Fin de semana de celebraciones públicas para los ministros. El domingo Ramón Carrizález se llevó las glorias, porque tiene bien encaminado el levantamiento de la ciudad socialista Camino del Indio. Y si eso no era mucho, Carrizález le metió el pecho a Ojo de Agua, después de que ministros y generales estuvieran años engañando al Presidente diciéndole que iban a resolver ese conflicto sin que nunca lo hicieran. Aplausos para Carrizález, entonces, en pleno "Aló, Presidente". Tiene Carrizález, por lo visto, obra evidente, palpable.

Un día antes, es decir, el sábado, las palmas fueron cosechadas por Farruco Sesto, durante la inauguración de la imprenta de la cultura. Durante las loas presidenciales, a Farruco se le sentía conmovido, demostración de que, efectivamente, le importa mucho la opinión del Presidente, faltaba más. Es, cómo no, otro ministro con obra evidente, palpable. Es un ministro hacedor (que quizá fue lo que Chávez quiso reconocerle). No sólo concretó ese cañón de imprenta para la cultura, sino que hace todo tipo de festivales y de encuentros internacionales, sin contar que nunca como ahora la industria cinematográfica se mantiene movilizada con ritmo prácticamente endemoniado. Muchas películas, no de alta factura precisamente, pero la industria se mantiene ocupada y su gente también.

Son, pues, tercero y cuarto bate de una alineación que ni se embasa ni coge boleto. Carrizález y Farruco son los remolcadores del gabinete ministerial. Pero se remolcan a sí mismos, con jonrones, porque nunca consiguen a nadie en circulación. Son los caballos. Otros ministros no salen de un fly al cuadro. Otros sólo se justifican leyendo los partes policiales. Otros no existen.

En ese sentido, Farruco es a la cultura nacional lo que Vitico Davalillo al beisbol venezolano: alguien capaz de soltarle una línea al más pintao, pero al mismo tiempo también capaz de encimarle el hombro a una recta de humo para embasarse. Farruco se deshace sin escrúpulos del pudor (porque Vitico no movía músculo alguno cuando las barras del equipo contrario le sacaban a su madrecita cuando se inventaba un desbol). Farruco es como un defensor uruguayo o paraguayo: le mete un leñazo a cualquier atacante y enseguida pone cara de ofendido cuando el árbitro le recomienda que no tire tan a matar. Pone cara de poeta.

Farruco promete y cumple, algo que, por hablar de las circunstancias de los Juegos Panamericanos, pone una zanja con la gente del deporte. ¿Qué obra palpable tiene el ministro del Deporte? ¿De verdad iremos a quedar en octavo o noveno lugar en los Panam? ¿Cómo entender que retrogrademos de esa forma? ¿Era un espejismo? ¿Son estos Panam la confirmación de que no se obtiene una de oro en los 50 metros libres con un decreto? Ojalá que la malograda incursión a Río 2007 sirva para entender que en todas las escuelotas y escuelitas del país debe haber una piscina, un polideportivo, que sean germen de las muchas medallas a la vuelta de diez años. ¿Seremos una pequeña potencia? Seremos en lo económico, potencia de papel, o de concreto. Un país de infraestructura. País portátil. Un país con viaductos y autopistas y estadios de fútbol mundialistas. No se llega a potencia sin encabezar el medallero de las competencias deportivas internacionales.

Ahora, culturalmente sí como que vamos encaminados a ser una potencia: El Rómulo Gallegos sostenido a pesar de la jauría que ha intentado aniquilarlo por todas las vías; el concurso de poesía que lleva por nombre nada menos que el de Víctor Valera Mora, El Chino; el premio Libertador al pensamiento crítico. Eso sin contar que aquí se hacen festivales a más no poder, no importa que a los teatreros, titiriteros y demás artes menores no reciban con la misma fuerza los atunaquetunatuna de Farruco, quien imprime una cantidad fastuosa de Los Miserables para que todos sepamos lo que es la injusticia por robarse un pan. Ahora viene, en buena hora, Doña Bárbara, para que los chamos de ahora por fin sepan que un bongo remonta el Arauca. Esos mismos chamos, por lo visto, tienen escasas posibilidades de saber que existió y existe un revolucionario prodigioso e infinito que encarna, porque se encargó de dibujarla en los años 60 y 70, a la Revolución Bolivariana. Es falconiano y lleva por nombre Alí Primera. Llegará el día en que la República Bolivariana de Venezuela tenga para sus escuelas básicas un Festival Nacional Infantil de la Canción Alí Primera. ¿En verdad no es necesario ideologizar a los niños venezolanos con el legado del pensamiento cada día más vigente de ese revolucionario titánico, imprescindible?

Farruco no se conforma con Los Miserables y Doña Bárbara. Ha tenido tiempo, ánimos y escrúpulos suficientes para imprimirse a sí mismo. Cuenta la leyenda urbana que un día Farruco abordó a Miguel Márquez, director de la editorial El Perro y La Rana, y le preguntó: "Chico, Miguel, ¿tú crees que se vería mal si yo imprimo mi novela con El Perro..?". Márquez desorbitó los ojos, del mismo modo en que todos los hacemos cuando decimos, "pero cómo vas a decir eso". Y entonces le teorizó sobre que estábamos en revolución y que en revolución todos los ciudadanos somos iguales, y que por muy ministro que él fuera, antes que nada era un ciudadano más. Listo, se transformó en carne y hueso algo que Farruco tuvo el excelente tino de bautizar como "La clase", cuya existencia si bien negó al principio, posteriormente tuvo la valentía que pocos revolucionarios tienen de reconocer que sí la había escrito y que estaba ingresando a imprenta, ingreso que si bien negó al principio, después tuvo el revolucionario acto de admitirlo, justo cuando se discutía el guión de la película, hecho que si bien al principio negó a todo leco, luego tuvo el coraje revolucionario de confesar que las tomas habían quedado machete. Un poco lo que hizo Sofía Imber con el Macsi y el premio nacional de cultura que ella misma se otorgó merecidamente a sí misma. Allá los deslenguados y envejecidos opinadores que catalogan a Sofía como las antípodas de lo que culturalmente debe hacerse en la Revolución Bolivariana.

Amor propio se tiene Farruco, y auque algunos denostadores quieren hallar en ese detalle carbón para la hoguera, ello no es sino la consecuencia de un país cuya estima personal promedio ha sido levantada del subsuelo a la estratósfera. Yo, por mi parte, celebro que tengamos un ministro de la cultura con abundante amor propio. Quienes lo duden ahí tiene su otro libro, "Dibujos con la mente en otra parte", título que aunque puede ser tramposo e inquietante (el propio Chávez le dijo una vez que ojalá eso no le ocurriera en los Consejos de Ministros), nos revela a un intelectual orgánico, que mucho que nos hacen falta, alguien que mientras dirige un Consejo de Directores, traza dibujitos que después van a parar a un otro libro titulado "Kaapu Ekquinú la nube", cuya dedicatoria reza tiernamente: "A Santiago, que igual que el Manuelito es un tipo de cuidado". Alguien que no solamente piensa, sino que hace. Admirable el desdoble de Farruco en sus funciones de ministro hacendoso y de pensador. ¿Que hace falta alguien que escriba la letra del coro del Seniat que se presentará en la entrega del premio Libertador al pensamiento crítico?, zas, Farruco pone la letra y que siga la entrega. Lo que muchos podrían ver como culto a la personalidad, no es más que la confirmación de una necesaria autoestima, la que le permite, a la hora de hacer los saludos protocolares, referirse al Presidente como "mi amigo" el presidente Chávez. Es decir, no le tiemblan los ganglios para tutear al Presidente de abuelo a abuelo.

Ah, pero la cultura no tenía un medio de comunicación para divulgar las vainas que se están haciendo. El intelectual orgánico volvió a hacer holgada demostración de eficacia y pensó un programa semanal en VTV y se creó su propio encartado, donde es el opinador estelar (lo demás que quieran opinar, favor mostrar credenciales).

Este gran logro permitió, a su vez, que sacara de dudas al país sobre esa perversión del término "sociocultural". ¿Qué vaina es esa de sociocultural?, se pregunta, cultura y punto es lo que es, aclara. Inquietud que en nada lo desmedra, porque rápidamente surgimos ciudadanos que hemos vivido tanto como él a explicarle que lo sociocultural fue una cuña defensiva, puesta en el tapete por el montón de gente que hoy hace factible que Farruco sea cuarto bate del equipo ministerial, para contrarrestar los efectos de la contraparte: el término élite cultural, cuya representación fagocitaba todo el presupuesto de la cultura. Como mecanismo de presión social, otros dijeron que lo social, es decir, la gente, también merecía alguna partida. Eran los tiempos en los que se le conocía como la cultura lambucia (ahora los lambucios tienen otros rostros).

Del mismo modo y manera en que son socioculturales las ganancias políticas que debe arrojar la gestión cultural. Se hace gestión cultural para tener siempre la brasa cerca de la sardina política. Lo que explica que en la gestión de Farruco sólo haya una alteración mínima, insignificante, registrada en ocasión de que el periodista Reinaldo Trombetta, director de prensa del Iaem, fuese instado por su jefe a hacer una aclaratoria pública por la aparición de su nombre en la lista de Eva Golinger, según la cual hay un cerro de periodistas venezolanos que recibió dólares gringos.

En intervención en el programa de televisión de Vanessa Davies, cumpliendo la orden de aclarar su situación, Trombetta se preguntaba que en qué momento se había ido el autobús de la revolución, que quién decidía que alguien es revolucionario, que quién expedía la partida de nacimiento en la revolución.

Lo expuesto por Trombetta (único ponche del cuarto bate, como ya dije) traía envuelto un reclamo angustiante, un reclamo a la gestión que en clave morse traducía a más o menos esto: ¿En qué momento le vamos a dar la partida de nacimiento a ese 40% que nos mira feo? Lo sociocultural podría darle una solución a este drama, y de hecho está urgido de dárselo, ahora que no solamente se ofrecen felicitaciones sino explicaciones según las cuales no hay razones para que el apoyo no sea del 90 por ciento. Sin cultura no hay 90 por ciento.

Pero una cosa también es cierta: si alguien puede resolver este drama de las partidas de nacimiento, ese es Farruco. Farruco es un integracionista, así tenga que hacerlo todo él: aprueba edición de cinco libros diarios, compra un cañón de imprenta para hacerlos, compra flota de camiones para distribuirlos a todo el país, habilita librerías en todo el país para venderlos. Casi un decreto.

Con todo, Farruco tiene esa tragicómica virtud de la que la oposición (leones del circo) ni siquiera intenta volverlo mierda, lo que lo retrata como un aventajado discípulo de José Antonio Abreu: amado por adecos y copeyanos. Nadie hablaba mal de él. Todos murmuraban mal de él.

EXTRAS
Decretamos. Willian Lara anuncia decreto que obliga a ministros y viceministros a declarar a los medios al menos una vez al mes. No basta una orden, una explicación de la necesidad. No. Va un decreto.

Lo dicho: El mediodía del lunes pasado Willian Lara era entrevistado en Venevisión por Eduardo Rodríguez. Al final se leen los comentarios de la audiencia y brota uno mandado por un joven de Caricuao que preguntaba cómo hacerle llegar un proyecto al presidente Chávez. Lara dice: "Hágamelo llegar a mí (no dice cómo), que con toda seguridad yo se lo entrego al presidente". Lo dicho: hace falta el Ministerio del Poder Popular del Acceso Propio a la Revolución.

lunes, agosto 13, 2007

Periodismo que no termina de morir, periodismo que no termina de nacer

Que a un periodista se la haga solicitud del constitucional derecho a réplica le representa una afrenta. Pero es ese tipo de insulto que se recibe de alguien que tiene razón, puesto que viene empaquetado con potentes argumentos, ante los cuales el periodista se siente empequeñecido, paralizado, debilitado, vulnerado en su arrogancia, se siente desconcertado ante lo desconocido, se siente temeroso, entra en pánico. Un derecho a réplica hace madurar, hace entrar en conciencia. Y una sentencia judicial es lapidaria, emocional y físicamente.

Hasta que no se enfrenta a la solicitud de un derecho a réplica, el periodista se comporta como el ciudadano que sabe que arrojar la basura a la calle es malo, pero con eso no va a matar a nadie. Ningún periodista de este país está al tanto de una circunstancia en extremo peligrosa: el oficio periodístico es exactamente equivalente a otro oficio: el encargado de desactivar minas personales, es decir, un oficio en el que en cada acto se puede dejar la vida. En cada acción, una sobrevivencia más.
Por el contrario, los periodistas venezolanos son francotiradores, son las minas y no el minero. Están constituidos en problema y jamás en vehículos de ninguna solución.

Por tanto, en Venezuela tenemos una peculiar situación: el derecho a réplica consagrado en la Constitución Nacional, pero ejercido por casi nadie (al punto de que cuando es reclamado, se convierte en la comidilla, pues no es moneda corriente). Adicionalmente tenemos a un pueblo chavista, que es mayoría, que ha sido y es masacrado cotidianamente por el pelotón periodístico. Terrible paradoja.

Paradoja que comenzó en 1999, cuando en una nota de El Universal se reseñaba de una invasión realizada en el estado Zulia por una "horda chavista".
Como no cabía esperar de otra manera, y como corresponde, tronó al día siguiente el replicador estelar vomitando sapos contra la vituperación hecha a sus seguidores.
Sin comprenderlo, había pisado la mina que serviría de detonante a quienes ya desde entonces se sobaban las manos planteándose el abecé de la sociología política: polarizar la sociedad. Hordas están conformadas por desdentados, decía la reseña, y si Chávez defiende a los desdentados como tan apasionadamente lo hizo, entonces llenemos las pantallas de desdentados salvajes que quieren arrasar con lo establecido. A la par, y sabiendo activado el conflicto, se puso el marcha un bombardeo al inconsciente colectivo anti-horda: César Miguel Rondón empezó gota a gota a referirse al Gobierno como "el régimen", y a las semanas no había periodista que no se le inflara el ego acuñando en sus notas que el régimen esto y lo otro. Y así siguió siendo alimentada la polarización, que llevada a su máxima temperatura, cual es el frenesí, el delirio, la inconsciencia, desencadenó en el objetivo final: el golpe de Estado.
Producida la devastación de abril, los titiriteros reordenaron las defensas mediáticas y pusieron en las bocas de sus marionetas dos espoletas con las que creen que mantienen en situación de rehén al Gobierno: la libertad de expresión y la verdad.
Si un ciudadano, colectivo o institución de Dinamarca, por citar ejemplo, lee o escucha que el debate en Venezuela se centra entre libertad de expresión o no, sentirá escozor, porque discutir si en nuestro país hay libertad de expresión es una trampa discursiva de la que nosotros hacemos carne de cañón hasta con alborozo.
Que unos venezolanos digan que aquí no hay libertad de expresión y otros que contestan que sí hay, es hacer suponer que estamos viviendo en ghettos, que nadie puede salir a la esquina a maldecir su mala suerte o meterse en un bar a renegar de un cacho injusto. Un país sitiado por un militarote, pues.

Libertad de expresión no supone la existencia de un medio de comunicación; libertad de expresión es poder decir lo que me salga del forro cuando me salga del forro y contra quien me salga el forro. Distinto es la libertad de información, que es lo mismo que la libre asociación de empresa. Las empresas telefónicas, por ejemplo. Internet. Un periódico.

La otra granada es "la verdad". El gobierno le responde duro al periodismo porque le duele que ellos digan la verdad, ese es el argumento. Los titiriteros les han inoculado a sus asalariados la sacralizada idea de que el norte del periodismo es la verdad. ¿Cómo no solidarizarse con quien es portador de la verdad? El que tiene la verdad siempre tiene la razón, siempre es el pobrecito. Jesucristo fue crucificado por andar diciendo verdades. ¿Cómo se puede discutir con alguien que sólo dice la verdad? Los periodistas son Dioses, es el objetivo que los titiriteros quieren y logran cuando plantean y materializan el debate.

Lo cierto es que lo que los periodistas nos venden como verdades, son sólo versiones de hechos o de personas. Pretenden así cambiarnos espejitos por oro. Y a veces logran el canje, porque se les responde con el solemne "digan la verdad".

Ahora, ¿es consciente el periodista de los roles políticos que los ponen a jugar? No, a punta de enseñarles el fantasma de los desdentados y fruto de la polarización y el endiosamiento, los titiriteros han fabricado un templo de cartón para que allí se postren sus periodistas, que de este modo son vaciados de espíritu y conciencia (esto está ocurriendo con los mediadores sociales, qué jodidos estamos).

El periodista apátrida no tiene conciencia propia (mucho menos conciencia revolucionaria), cree honestamente que el chavismo es una plaga que quiere aniquilar el país. Los periodistas están saliendo de las universidades y en sus títulos llevan agregado un chip que los hace unos convencidos de que la misión esencial de ellos es combatir a ese adefesio llamado Revolución Bolivariana. El país como entidad no es percibido por estos periodistas obnubilados desde laboratorios de la CIA.

Ese es el periodismo que tenemos a la fecha, un periodismo que no termina de morir porque sus amos saben que es mejor conservarlo en vida artificial, conectado a una manguera y exhibido como víctima de un gobierno intolerante y rapaz. Así que el periodismo no cambiará ni los periodistas vegetativos podrán propiciar cambio alguno, porque están trascendidos en sus propias capacidades. Así que mejor dejemos de sentir arrechera por los periodistas robots. Son sólo eso, seres indefensos, manejados. Son inocentes.

El periodismo que puja por terminar de nacer tampoco es lo que ahora Romero Anselmi, William Lara y Helena Salcedo pasaron a entender por periodismo. Tendrán que ser un parto forzado, necesaria e inéditamente revolucionario, es decir, nunca visto.

El 27 de marzo de 2001, en la página A-4 de la Defensoría de los Lectores de El Nacional (que por entonces ejercía el emblemático clase media Elías Santana), se comentó una queja de una lectora:
La pregunta de la lectora Carmen Porras, nos impactó. ¿Y si un día El Nacional publica algo sobre mí, que resulta falso, y su única respuesta, además de divulgar mi aclaratoria, es aducir que el dato provenía de un rumor, de un chisme, de algo tan indefinido como los corrillos políticos? ¿Qué pasa con el impacto que haya tenido la noticia en mis clientes, en mis relacionados o en mis familiares? ¿Qué opciones tengo, qué me garantiza usted?

Pues bien, señora Porras, siendo una situación imaginaria, inspirada en el caso citado, aventuramos dos respuestas. En primer caso cuenta usted con la aclaratoria y la rectificación correspondientes y, de ser necesario, con la instancia del defensor de los lectores. Pero el mejor camino, el más contundente y ejemplarizante, es el que usted demande al diario. Lo lleve a tribunales y le haga pagar, en dinero, esfuerzo y prestigio, el publicar informaciones no comprobadas, sin fuente citable o confiable. Esperemos que esto no tenga que ocurrir con respecto a El Nacional, que se esmera con confirmar los datos que publica. Pero el camino está claro.
Qué claridad la de Elías Santana en 2001. Prácticamente estaba incitando a los lectores a radicalizarse y demandar (¿son radicales los revolucionarios, era radical Jesucristo, lo era Martí?).
Pero nuestro pueblo no va a demandar, simplemente porque no sabe demandar. Del mismo modo en que se dejaba arrebatar sus derechos políticos cuando el acta mataba voto.
Toda revolución, si es verdadera, conlleva una fuerte dosis de improvisación, porque su hábitat es el movimiento constante. A ello agréguesele su llegada intempestiva, no planificada, no esperada. Toda revolución que nace debe soportar un gran déficit de recursos humanos (lo que de paso se demuestra cuando el propio Chávez admite que le cuesta mucho conseguir gente para endilgarle responsabilidades; o cuando no cuenta con uno solo de los gobernadores del país, al extremo de que tiene que nombrarles vicepresidentes para solaparles, lo que es una forma muy tácita de reconocer la ineptitud de la parranda de gobernadores). No tiene vanguardia que fabrique pensamiento, entonces hay que justificar las dificultades del pueblo por absorber, procesar y convertir en teoría la cotidianidad. El pueblo sigue percibiendo a las instituciones periodísticas y a sus obreros como entidades sagradas. Un ciudadano humilde que defiende con la vida la revolución, quizá no sepa defenderla contra el periodismo. Hay que ayudarlo. Hay que comunicarle que existe en la Constitución el artículo 58, que la hace expedito el camino para que, como recomienda Santana, las demandas al periodismo irresponsable se vean reflejadas con unos tribunales inundados de acusaciones contra los peones.
Desde luego, nadie quiere meterlos en La Planta. Bastará con un carcelazo mental que lo desarme, que los humanice para que, progresivamente, el periodismo comience a ser reflejo de la sociedad actual, ¿qué otra cosa puede ser el periodismo?

Si hoy una persona saliera de un sótano en el que estuvo encerrada desde 1997 y le dieran a leer los periódicos durante una semana, concluirá en que el tiempo no transcurrió. Es el mismo país. Ha sido una estrategia exitosa de los titiriteros: esconder, birlar a sus fanáticos (y a una buena parte del chavismo que no ha sido tocado directamente por la gestión) las transformaciones del país, un país que avanza a trastiendas, pero que avanza. Se convirtieron en una colina que tapa el horizonte y en un servicio de psicología de masas que trata de contener la percepción el crecimiento sostenido de la autoestima nacional, que es quizá el más grande y resumido de los logros de la incipiente era chavista, que es al mismo tiempo la única y más grande espoleta de la que dispone el Presidente.

Ha sido esta estrategia imperial la que ha logrado que, en lo comunicacional, la Revolución Bolivariana siempre haya estado a la defensiva, avanzando con grilletes.

Porque ciertamente, la materia comunicacional y ninguna otra hará o no viable en el tiempo a la Revolución Bolivariana. Hará que 50 años podamos hacerlos en 20, o que 20 lo hagamos en 50.

Lo que hace urgentísimo que se termine de empoderar al pueblo en lo comunicacional. En un ensayo-libro de mi autoría ("A propósito de la falla tectónica de la Revolución Bolivariana: propuesta para un sistema comunicacional transformador"), planteo que ese acceso se permita a manera de una contraloría social supervisada desde una superestructura que sirva de teatro de operaciones al presidente Chávez; pero en lo confrontacional con el periodismo, al pueblo hay que adueñarlos del artículo 58 y facilitarle una plataforma que lo envalentone.

Anteriormente propuse una suerte de Defensoría Pública de Usuarios de Medios (DPUM), que sirva desde recordar el espíritu y contenido del 58, para redactar todas las réplicas que sean necesarias, hacerle seguimiento a esas solicitudes de réplicas, vigilar que en esas réplicas se cumplan los principios de misma extensión, ubicación y el plazo perentorio, hasta concretar todas las demandas que sean necesarias. Única manera de ayudar a los periodistas apátridas a recuperar la conciencia, por la vía del amor propio. Y quedará desarticulado y convertido en desactivador de minas, al tiempo que también en auténtico y confiable detector de focos de miseria y corrupción.

Ya no creo, como hasta hace poco, que esa instancia celadora del 58 sea gubernamental; una ONG de periodistas vendría mejor. Es una instancia en la que alguna gente viene pensando desde años.
Por ejemplo, en la misma página citada anteriormente en la que Elías Santana decía que el camino estaba claro, él consignaba una observación que le había llegado a la defensoría de los lectores:

Nos contacta, nuevamente, el lector, Félix Gutiérrez. Quien ya en 1999 había afirmado que a raíz de la experiencia de El Nacional, debía proponerse a la Asamblea Nacional la inclusión en la nueva Constitución de las previsiones necesarias, para obligar a cada medio a tener un defensor. O para crear una figura nacional que centralizase la defensa del público frente a las empresas mediáticas.

Así que en cada Mercal, al lado una DPUM; al lado de cada CDI, una DPUM; al lado de cada módulo Barrio Adentro, una DPUM.

Ese es el periodismo cuyo parto debemos forzar: no el que está practicando el chavismo de ahora, sino que el emanará de las propias extrañas opositoras cuando hagamos recuperar la conciencia a los periodistas dragados. Esa es la verdadera hegemonía a alcanzar: que todo el periodismo venezolano se parezca y retrate la Venezuela donde el chavismo es mayoría. Porque algo se tiene que hacer cuando las crisis existen.

El periodismo venezolano de esta hora debe ser moldeado por la mayoría política del país, así ha sido y será siempre aquí y en el último rincón del mundo. El país y sus instituciones, incluyendo la institución periodística y la institución que imparte justicia, se tienen que parecer a las mayorías, y esto ya lo dijo Montesqieu: el espíritu de las leyes debe emanar de la realidad.

lunes, agosto 06, 2007

El Ministerio del Poder Popular para el Acceso Propio a la Revolución

Cuando uno va a la panadería o coge el Metro porque tiene un tiempito sin patear la calle; cuando uno se consigue a un amigo que tiene tiempo sin ver y le pregunta que cómo ve la vaina; cuando uno asiste a foros, conferencias, charlas y afines; cuando incluso se cala religiosamente Aló Presidente y cuanta transmisión especial de VTV, es porque uno está buscando ideas nuevas para someterlas, confrontarlas y contrastarlas con las propias; uno está en la búsqueda de la renovación permanente, casi cotidiana. Uno vive atormentado por sus propias reflexiones y análisis y siempre quiere saber del pensamiento ajeno a ver si el chorro de meao propio no está cayendo tan lejos. En realidad, uno siempre está a la caza de una idea para mantener la combustión. Y qué vaina, uno siempre escucha y consigue ideas, exposiciones y argumentos esclarecedores, mismos que le afincan el sentimiento por el que se mantiene de pie, pero que al mismo tiempo nos profundiza como buenos idealistas: no sabemos a dónde vamos, pero estamos en el camino.

Y así se acuesta uno tranquilo, algo aliviado.

Lo que nos coloca de frente a una paradoja conocida: el conejo detrás del tirador; es decir, los revolucionarios en post de la revolución. Dicho con mayor idoneidad: Tanto que uno se consume por la Revolución y no la consigue por ningún lado para saludarla. A veces, en esos instantes intimistas que con uno mismo y con nadie más, acude el sentimiento derrotista, ¿Dios mío, será que tú y yo estaremos equivocados y estamos buscando a la Revolución en los rincones? Es un sacrificio creer en la Revolución Bolivariana. Uno tiene ideas, buenas o malas, pero ideas al fin, y eso no es materia que sea del interés de la Revolución, que en estos asuntos se comporta como una arrogante, como una soberbia. Ella ofrece ideas y acciones y todos nos hacemos militantes de la propuesta, pero ella no nos acepta como interlocutores válidos. A veces ni siquiera nos determina como teóricos.

Por razones no tan indescifrables, uno le va llegando poco a poco al diagnóstico de la situación: el problema es que uno no conoce el camino a la Revolución, acaso porque no existe o su trazado no está suficientemente ensanchado y el santo y seña lo saben y reparten dos o tres burócratas.

Pocos son lo que tienen nombres de usuarios y pasword de ingreso a la Revolución. Uno es un espectador entusiasta y hasta fiel, pero partícipes, lo que se dice partícipes, vaya, no somos. Somos, cómo no, sujetos de la Revolución. Se nos presta el poder, pero no se nos delega.

Seguimos, ni más ni menos, a la usanza de tiempos pasados que mejor ni nombrar. Si uno quiere hacerle llegar una puta idea a, digamos, Jorge Rodríguez, mucho me temo que será necesario hacerse amigo de la cajera del supermercado que tiene una tía que limpia en la casa de un abogado que es pana de la esposa del chofer que trabaja en un lugar al que siempre va un hombre encorbatado que siempre veo en televisión y que me da la impresión de que es amigo de un diputado que se la pasaba en el CNE y a mí late que a lo mejor ahí alguna vez habló con Jorge y quién sabe, a lo mejor el Vicepresidente todavía se acuerda de él y quizá le pueda hacer llegar una carta (eso sí, breve, que el Vice tiene mucho trabajo) con la idea tuya, que de dónde has sacado tú que pueda ser buena.

Así estamos, inmersos en la Revolución que prescinde de las miles, millones de ideas que DIARIAMENTE paren sus revolucionarios. Coño, es que aquí lo que hace falta es el ministerio número 28: el Ministerio del Poder Popular para el Acceso Propio a la Revolución Bolivariana.

Si existiera ese Ministerio o pasara a existir, yo me pararía tempranito y regalaría (quedándome con acuse de recibo, no sea que después me señalen de diagnosticador de oficio) una idea, con su respectiva justificación que diría algo parecido a esto:

La Revolución no tiene estrategias, tiene decretos: ¿Que los empresarios no suben el salario por su propio corazón? Decretamos un 20% de aumento fraccionado para los civiles, y 30% de chupulún para los militares.

¿Que los empresarios lo primero que hacen es botar a los trabajadores por cualquier motivo? Se prorroga consecutivamente la inamovilidad laboral.

¿Que los propietarios son unos desalmados y quieren cobrar unos alquileres que siéntate a llorar? Publíquese en Gaceta Oficial que nanay nanay.

¿Que los colegios privados y las asociaciones de padres y representantes dicen que con un 20% van que chuta o cerramos? Decreto ministerial por el pecho.

¿Que los clínicas tienen tarifas impagables? Dímele ahí a los muchachos de la Asamblea Nacional que se redacten una vainita a ver cómo paramos esa vaina.

¿Que si bien compramos cuatro o cinco submarinos rusos por si una guerra asimétrica, pero no tenemos autoabastecimiento de comida? Cataplam, decreto de soberanía alimentaria.

Sólo que no hay manera de alcanzar la soberanía alimentaria con procedimientos coercitivos. Parece que eso se puede lograr únicamente con estrategia y acción (espécimen protegida por la Revolución por peligro de extinción: tenemos uno que otro teórico al que no le gusta agarrar la escardilla; y uno que otro que se pone el traje de obrero pero usa su sudor como salvoconducto para ahorrarse el ladilloso trámite de discutir).

Precisamente, en enero de este año el ministro Elías Jaua hizo una exposición sobre las cosechas del año pasado. Nada, el país no alcanzó a producir las toneladas de caraotas negras que los venezolanos se jartan. Produjo en exceso unos rubros a los que los consumidores les sacan el culo.

Llegaba así Jaua a una conclusión al mismo tiempo evidente y dramática: los venezolanos no comen lo que sus campesinos producen. Esta situación sólo admite un decreto: traigan esa vaina de donde nos las quieran vender.

Pero decretos como estos no hay manera de firmarlos en plena guerra asimétrica. Tampoco ninguna Revolución que se precie puede estar dejando de producir todos los kilos de caraota negra que sus habitantes necesitan, por mucho que en el país brille la paz.

Ahora bien, el problema no es tan difícil, puesto que el propio Elías Jaua detectaba dos variables que han debido ser puesta sobre el mesón donde se hacen los Consejos de Ministros: Producimos X, pero la gente está comiendo Z. Solución: poner a la gente a comer Z. Esta mariquera tan simple resolvería un problema tan grande y cancerígeno, que no hay manera de explicarse cómo es que no ha sido puesto en práctica.

Cuando entonces Jaua revelo el problema, yo hice llegar a su ministerio una peregrina idea: la idea de un decreto.

Sí, en todo mercado, restaurante o taguara donde se expenda comida cocida o por cocinar, un letrero donde se le indique al comprador o consumir en qué rubros es potencia Venezuela ese mes (ranking agrícola, no importa, llámenlo así y si quieren se van a burlar de las abuelitas de ustedes).

Si estoy en el mercado y se me ofrece en bandeja la plata un informe de la producción nacional mensual, yo deduciré que si hay abundante producción de un rubro, debe automáticamente estar barato (ley primaria de la economía); por lo tanto, las posibilidades de que la gente compre ese rubro se potencian (ahí lo vemos: la gente consumiendo lo que el país produce).

A los restaurantes y sucuchos les aplicaría un decreto similar: en una esquina del menú, háganme la caridad de decirle al cliente (en la misma esquina donde la Ley Resorte le ha dicho a las televisoras que deben tener un intérprete para sordo y mudos) qué productos se están produciendo en el país.

Pongamos que la producción de caraotas está arrechísima en determinado mes; a ver maitre, cómo es esta vaina que un pabellón criollo cuesta lo mismo que los demás platos. En esa esquinita del menú se le estaría delegando un poder arrecho a los consumidores. Así, hecha la guebona, la Revolución Bolivariana iría desplegando su soberanía alimentaria.

A desconocimiento del ranking, en plena cosecha de patillas a uno le venden un jugo a un precio discrecional, y si se te ocurre preguntar que cómo es posible, bastará que te digan que el mercado de Coche no se consigue patillas ni pa remedio. La ignorancia no mata al pueblo…