El 10 de septiembre de 2008 escribí y envié por correo electrónico a un grupito de amigos y conocidos el texto "Para una guerrilla agroalimentaria".
Como el Gobierno nacional, en la persona del aguerrido e imprescindible Eduardo Samán (ministro en buena hora), ha sacado por fin las garras y hasta se dispone a regular el precio de las arepas, he sentido la nostalgia de desempolvar esta idea y volver a esparcirla al aire.
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Para una guerrilla agroalimentaria
Este domingo salió una entrevista en Últimas Noticias con el ministro Alí Rodríguez, quien se quejaba con una frase que fue usada como titular. Ministro Alí Rodríguez: "Los restaurantes son marcadores del precio de los alimentos".
Primera vez en la historia económica del país que un funcionario tocaba semejante tecla. Esta amargura expresada por Rodríguez me hizo evocar las mías propias sobre el mismo tema, y a cierta vez que hice llegar al ministro Elías Jaua, o al menos la hice llegar al Ministero de Agricultura y Tierras -dado la inaccesibilidad de nuestros dirigentes- una idea en forma de spot publicitario: el ranking agrícola.
Le sugería yo que no estaría mal que mediante ley o decreto u otra cosa, se obligara a los expendios de comida a colocar un cartelito visible al comensal en el que se le indicara qué estaba produciendo el país en determinado mes (y así mes a mes), del mismo modo en que se informa que "aquí no se fuma", u "hoy no fiamos mañana sí".
Por ejemplo: las caraotas negras se cosechan en agosto. ¿No es lógico entonces que ese mes el precio del pabellón criollo oscile hacia la baja? Es decir, ¿no es lógico que la oferta de caraotas baje el precio en los mercados y entonces eso se traduzca en una baja del plato? Porque una vaina sí es irreversible en esta vida: los restaurantes nunca bajan sus precios de nada, nunca. Siempre suben.
En parte -o en mucho- porque los usuarios, esto es la gente que va a restaurantes a comer, no tiene cultura de lo que se produce en el país, y entonces es timada sin la menor resistencia. Pero si se le informa mediante el ranking, no sería extraño ver a mucha gente formulando objecciones a los precios.¿Debe costar lo mismo todo el año una ensalada con fundamento en el aguacate y el tomate y la cebolla? ¿Qué pasa cuando el país está cosechando estos rubros a cantidades satisfactorias? No pasa nada, el precio se mantiene.Yo basaba mi explicación diciendo que si se ponía a la gente en conocimiento de la producción de rubros, esto quizá movería la famosísima dialética económica de a mayor oferta, menor precio. Y que por eso camino meteríamos al país entero en un debate sobre cómo caminar efectivamente hacia la meta sensiblemente estratégica de la soberanía alimentaria.
Uno de los ejes fundamentales de la soberanía alimentaria consistiría en que el país consuma lo que produce. Ah, que este mes estamos produciendo tomates, pues comemos tomates, que además están baratos por aquello de la sobreoferta.
No pocas veces se ha lamentado el ministro Jaua de que los venezolanos comemos lo que no producimos, y viceversa. Diagnosticó este asunto errado, o al menos desde sus consecuencias y no desde sus causas: es que la gente no regatea. El regateo es un procedimiento no solamente añejo, sino científico: la gente regatea cuando tiene herramientas que le hacen sospechar que tiene cómo ganar el pulseo dialéctico entre oferta y demanda.
¿Qué sentido tiene que pida que me dejen la lavadora más barata si sé que con decirme que es importada no tendrá nada que oponer? Esta revolución ha cometido muchas audacias razonables y otras no tanto; ha reivindicado el sistema de trueque y ha creído legítimo pedirle al pueblo que regatee. ¿Por qué va a ser una locura pedirle a los restaurantes que exhiban un ranking de productividad agrícola nacional al menú del lado del día? Lo que es lo mismo decir: ¿por qué no hacemos de esto un periódico? Una guerrilla agroalimentaria, pues.
Lo dicho otras veces: nos hace falta el Ministerio del Poder Poder Popular para el Acceso Propio a la Revolución Bolivariana, y el Ministerio del Poder Popular para la Captación y Procesamiento de la Ideas Simples del Pueblo.
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