La verdad me siento como un loco que anda por algunos rincones de Caracas pregonándole a los amigos (que me ven con el mismo compadecimiento con el que se ve al loco) sobre la necesidad de que Farruco, entre los quincenales festivales variopintos que monta, coño, que fabrique uno que haga honores a ese ciudadano llamado Alí Primera.
Hace pocos meses lo dijo el vicepresidente José Vicente Rangel: "Alí Primera define la calidad del proceso revolucionario".
Es verdad.
Pero si tan verdad es, también es verdad que Alí Primera (por lo que yo alcanzo a teorizar) es una acentuada referencia musical y política para la generación de los 80, y digamos que también gasta los 90. ¿Pero qué con los niños de la presente generación y las venideras?
¿Quién les inocula el germen de las canciones de Alí? ¿Debe hacerlo la Revolución Bolivariana? Para que la voz de Alí Primera trascienda en lo infinito del tiempo habrá que esperanzarse de que el niño tenga unos padres revolucionarios.
Por eso la Revolución Bolivariana tiene el deber sagrado de resguardar por siempre a Alí Primera. Y a mí se me ocurre que ya va siendo hora que se haga en las escuelas. No en vano, de cada tres palabras de las canciones de Alí una era "Pueblo" y la otra "Revolución". La otra se la reparten entre Simón Bolívar y una metafórica (a veces no tanto) mentada de madre.
Farruco tiene la palabra, Aristóbulo seguro las acciones.
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